D I E C I N U E V E

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Nath no me dijo más ni me explicó lo que quería saber. Es raro que de pronto sienta odio o enojo hacia Jonas cuando antes ni lo tenía en cuenta. Tampoco lo he visto, ni a Alexer.

Camino por el campus en busca de algún rostro conocido, hasta que me detengo ante una escena, Kyler se encuentra frente a mi, saliendo de los vestidores de varones.

Con su mano derecha sacude su cabello mojado. Mi mirada cae en su cuerpo fornido, no excesivo, pero le queda bien, me odio pero no me puedo prohibir el admirar un cuerpo masculino. Solo trae un short deportivo negro, en su mano libre lleva una camiseta, al parecer un jersey de basketball.

Él levanta la mirada, antes de que pueda verme me escondo detrás de un árbol, y cierro los ojos.

Que no me haya visto, que no me haya visto.

Dios, soy yo de nuevo...

Entre abro los ojos y me asomo, lo veo atrapar un balón e irse a una de las canchas de practica al aire libre, se coloca de perfil, y... Algo llama mi atención.

Un tatuaje en el hombro derecho, un escorpión, no lo puedo ver a la perfección pero la forma y el tamaño idéntico al de Alexer me deja verlo, admirarlo.

Al parecer, cree que está solo, veo que empieza a practicar, sus músculos se hacen visibles cada que hace fuerza.

De repente se detiene, me quedo en mi lugar completamente inmóvil, observando cada movimiento suyo. El tatuaje me intriga, aún más por la chaqueta de cuero del tipo que se interpuso entre los autos y la moto donde iba, con el mismo animal.

Espera... ¿Kyler... es el hombre del auto?

No... No puede, ¿Por qué sería él?
Observo que toma su celular y observa unos segundos, luego levanta la mirada de frente y gira su rostro directamente a donde estoy, no me da tiempo a esconderme.

¿Que demonios haces espiando a Kyler? -me reprocho- No lo conoces, Sage.

Lo veo venir en mi dirección, con una sonrisa de lado. Tengo mejor vista de su abdomen marcado y el tatuaje de su hombro, las venas visibles en sus brazos y...

—¿Te gusta la vista, princesa? —se acerca más a mi, por instinto retrocedo y él lo nota. —¿Me tienes miedo?

Dejo escapar una risita nerviosa, evito levantar la mirada a sus verdosos ojos, donde abunda el misterio y frialdad.

—No, claro que no. —levó su mano a mi rostro, instintivamente le di un manotazo alejandola. —No.

—Voy a hacer algo —anuncia sonriente. —que no te va a gustar, pero quiero hacerlo. —una sonrisa siniestra se asoma en su rostro, tan perversa y perfecta al mismo tiempo.

—¿Que es..? —mi espalda obtiene contacto con el árbol y eso me deja sin habla, sus manos en mis caderas sosteniendome y evitando que me mueva del lugar donde me tiene.

Sin dejar de mirarme, sus ojos verdes reflejan unas chispas de perversión, quedo boquiabierta y aún más, sorprendida al momento en que él estampa sus labios contra los míos y empieza con movimientos impulsivos.

Levanto las manos para separarlo, pero algo en mi, me detiene, mi cuerpo anhela seguir probando el sabor de sus labios, pero no me dejo.

No cedo, lo empujo logrando deshacer el beso, no sé de dónde he sacado la fuerza para ello, lo peor es ver que Kyler mantiene esa sonrisa de suficiencia, pero no satisfecha.

Alzo mi mano dispuesta a estamparla contra su perfecto rostro pero se percata y la detiene en el aire, me sostiene de las muñecas y las coloca por sobre mi cabeza.

—¿Que crees que haces? Kyler, sueltame. —intento soltarme por mi parte y me es imposible.

—Shhh, princesa. —me calla aún sonriendo y de algún modo esto me gusta. Moja sus labios lo cual provoca que baje la mirada directa a ellos. —¿Que haces aquí, Sage?

—No te estaba buscando, si es lo que quieres oír. —lo tengo tan cerca y siento que voy a perder el equilibrio, aparte de Alexer, no he tenido a ningún chico tan cerca de mi como a él.

Es algo nuevo, pero me... agrada, las maneras únicas y peculiares en como ambos son misteriosos, en la manera en la que pueden despertar mi curiosidad y mis deseos.

—Las chicas buenas no mienten, Sage. —su agarre se hace más suave, noto que ha bajado su mirada a mis labios. —Entonces, fierecilla. ¿Por qué no me has vuelto a pedir que te suelte?

—Porque sé que no lo harás. —le respondo levantando el mentón y desviando mi rostro hacia mi brazo derecho.

—Si me lo pides, puedo hacerlo. —bufa con aire divertido de la situación, mi situación. —Vamos. Pide, pide, pide, pide..

Los “pide” lo dice en apenas susurros, regreso la mirada a él, que sigue fijo en mi.

—Sueltame... —muerdo el interior de mi mejilla, no quiero que nos vean y piensen mal, mucho menos que sea Alexer. —Por favor.. —pido con molestia.

Kyler me sostiene con una sola mano, ambas muñecas arriba de mi cabeza, pasa su pulgar por mi labio inferior y seguido lleva su pulgar a sus labios.

—Me gusta oírte pedir. —me recuerda como si ya me hubiese escuchado antes. Me suelta sin borrar su maldita sonrisa bordea el árbol y se va por donde vino.

Me deja con el corazón a mil por lo que dijo, y por lo que hizo.

——————★——————

Me dejó embobada por lo que sucedió, no pude ni reclamarle, ni pedirle explicaciones por lo que dijo.

Cuando por fin pude moverme él había desaparecido del lugar.

Nath se acerca a grandes zancadas en mi dirección, parece molesta, pero lo disimula. Me atrevo a observar a todos los estudiantes en el corredor, entre ellos no está Alexer, ni Kyler. Y eso me frustra.

Solo hay miles de rostros desconocidos para mí, en especial un chico y una chica juntos, parecen mellizos, ambos de ojos tan negros, piel pálida y el cabello negro en su totalidad.

Él chico conecta su mirada con la mia mientras que la chica idéntica a él busca con la mirada a alguien entre la multitud. Hasta que se percata de que su hermano ve fijamente a un punto, sigue su mirada hasta observar que su gemelo me ve y también me mira. Ambos empiezan acercarse a mi.

—¿Ya nos vamos? —pregunta la rubia de Nath a mi lado provocando que corte la mirada que tengo puesta en los mellizos.

—Dime... ¿Que sucede con Jonas? —me ánimo a preguntarle no consigo olvidar lo que sucedió esta mañana.

—No sucede nada, solo no me agrada.

Empezamos a caminar, apresuro el paso para perdernos en la multitud y nos detenemos al momento que alguien se nos cruza, obstaculizando el camino.

—Sage Bronova, ¿Verdad? —sin entender porqué sabe mi nombre y me ve de una manera rara, asiento con la cabeza mostrando lo confundida que estoy.

—Si, soy yo.

—Los mellizos Wester te buscan. —habla, sonriendo y moviendo su cabello naranja de una manera muy rara, su mirada se fija detrás de mi.

Oh no... ¿Los de ojos negros?
Siento que no son confiables...

—¿Quienes? —vacila Nath igual de confundida que yo..

—Ellos. —señala detrás de mi.

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ALEXER. CORRIGIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora