O N C E

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—¡Mierda! El nuevo ha visto que la mojigata me intentó asesinar. —se sigue quejando la loca pero yo ya no le doy importancia a sus gritos, voy a pasos rápidos por el mismo camino en el que se fue ese chico misterioso.

Pero no hay nadie, solo muchas puertas y ninguna salida por donde se pudo haber ido.

Me encamino mirando de puerta en puerta buscando rastro de él pero resulta que no esta en ningún lado. ¿Acaso es todo una ilusión? Mi mente intenta hacerme malas jugadas. No, ellas también lo vieron, no estoy loca.

Llego a la última puerta, la que está cerrada. Apoyo mis palmas en ella y me pongo de puntillas logrando observar por la pequeña ventana. Hasta que unas manos, más grandes que las mías se posicionan a sólo centímetros de las que tengo puestas y luego un aroma masculino llega a mis fosas nasales.

—¿Me buscabas? —pregunta con un tono divertido, siento su respiración directamente en mi cuello, lo cual me da unos cuantos escalofríos.

Me causa la misma impresión que Alexer.

—Ah... Kyler, ¿Cierto? —formo una sonrisa que se desvanece con la posición en que estamos, intento apartarlo de mi pero mi espalda choca contra su pecho, me tiene entre su cuerpo y la puerta. Él no se mueve de su lugar.

—Tu sabes bien quién soy, Sage. —murmura y se queda completamente quieto unos segundos, no sé porqué, quizá quiere que hable primero. Solo siento su respiración en mi cuello y mejilla. ¿Está viendo algo en mi cuello? —¿Por qué me buscas?

Engullo, él deja caer su mano izquierda y la reposa en mi cintura pero no dura, a los segundos nos separo bruscamente por la aparición de Candela con sus amiguitas.

—Oh no.. —mascullo cansada de ella y su trío de amigas locas, Kyler se mantiene tranquilo, sonriendo como un santo.

—Ya nos veremos. —esboza una sonrisa de lado, torcida y tan perfecta. Esas que le da un aire de chico malo como al rubio de Alexer.

Y me deja, ante los ojos furiosos y fulminantes que me dan de pies a cabeza.

—¿Decías? —aprovecho a decir con una gran sonrisa de satisfacción. Ella dijo que nadie se me acercaría, de algún modo Kyler se acercó a mi con esa actitud misteriosa que atrae a cualquiera.

Y sin más que decir por mi parte abandono el lugar. Salgo rápidamente por las grandes puertas principales y me encamino por las calles que conozco hace mucho pero son las únicas que tengo permitido concurrir.

——————★——————

—Sage. —el llamado en la voz de mi madre hace que me levante del sillón como un resorte.

—Mamá...

—¿Por qué te quitaste la curita del cuello? Veo que no la tienes. —el miedo invade mi sistema y cuerpo por completo. Guío mi mano a mi cuello y efectivamente, la marca está a la vista.

Esto es malo.. muy malo para mí.

—No es lo que piensas. —me excuso rápidamente. —¡Me la quitaron! Y olvidé ponerla de nuevo. —explico rápidamente con el corazón en la garganta, mi madre suele enojarse cuando no cumplo algunas reglas.

La más importante, no quiere que vean la marca que tengo de nacimiento, es raro, pero ella se niega a que lo haga alguien que no es de nuestra familia de dos.

—Te aseguro que nadie la vió... Yo solo.. —levanta la mano interrumpiendo mi desesperada explicación.

—Sage, ¿Que sucedió la última vez que te la sacaste? —la última vez, intentó cortarme esa parte en un intento de quitar aquella marca que adorna mi cuello, pero no lo logró, no lo hizo y no sé porqué no.

—Intentaste quitarme la marca. —bajo la vista y veo el cuchillo que trae en la mano, solo que está manchado de sangre junto a las manos de mi madre, lo cual me extraña demasiado. —¿Mamá qué..?

Mi voz pierde fuerza por lo que veo.

¿Sangre? Mi mamá le tiene pánico a la suciedad y sangre, porque... Tendría sangre y estaría tan tranquilamente.

Ella nota la mirada que le doy al cuchillo, lo levanta y me señala con él logrando erizar mi piel.

—Es de cerdo. —y ahora siento el terrible olor que sale de la cocina. Eso me alarma aún más. —Me vendieron un cerdo podrido y no me percaté porque vinieron a dejarlo y se fueron. Ve a tu habitación, hablaremos más tarde.

Ella mantiene fija su mirada en la mía y es de las personas que con solo la mirada pueden hacer temblar, no solo por que cuando era pequeña se atrevió a castigarme de unas maneras tan.. dolorosas, si no que luego me pide disculpas pero aún así creo que me a creado miedo.

—Si.. —asiento y me alejo en dirección a mi habitación. Una vez dentro cierro la puerta detrás de mi y coloco el seguro por precaución, con mi madre nunca se sabe cuando pueda querer castigarme por la curita.

Apoyo mi espalda en la puerta, dejo ir todo el aire de mis pulmones y clavo la mirada en una persona, mi respiración se detiene al instante en el que nuestras miradas se conectan.

—Alexer..

Está tirado en mi cama con los brazos debajo de su cabeza, emana tranquilidad luego de que le pegué. Nos observamos durante segundos y retrocedo cuando lo veo levantarse. Se acercar a mi a pasos lentos.

—¿Que haces? Alexer, sal de aquí ahora. —demando desviando la mirada del ser de otro mundo que tengo en frente, su belleza masculina me tiene queriendo babear.

—No.

—¿Que? —despego la mirada de la suya e intento alejarme por otro lado pero él nota lo que quiero hacer y me detiene obstruyendo mi camino.

Lleno mis pulmones de aire y retengo la respiración unos segundos, no lo veo a los ojos para no terminar en la hipnosis que deja ver sus iris.

—No me iré. A menos que vengas conmigo. —su voz es ronca y sus iris se oscurecen más de lo común con solo verme.

Tiene una mirada sombría y una pequeña sonrisa de lado, llega hasta a mi. Tengo que levantar la cabeza para verlo por lo alto que es frente a mi.

—No tengo nada que escuchar de ti. —desvío mi rostro a otro lado pero sostiene mi mentón y me obliga a mirarlo.

—Sage... —susurra saboreando mi nombre, su pulgar pasa por mi labio inferior, siento el cosquilleo que deja su dedo deslizándose, me quedo mirando sus ojos, buscando algún rastro de diversión o algo que me indique que solo está jugando conmigo.

Solo veo un ápice de diversión.

—Alexer, deja esto. —coloco mis manos sobre la suya buscando alejarla, pero no logro hacerlo.

—Ven conmigo. —pide, su mano deja mi labio para apartar el cabello cobrizo de mi hombro.

Baja rozando con suavidad mi brazo, mi piel se eriza en su contacto tan suave y ligero. Él toma mi mano y me hace seguirlo.

—¿A donde? Alexer, no puedo salir. —intento mantenerme y él hace caso omiso a mi petición. —Espera... Primero quiero saber algo.

Me suelto suavemente de su agarre, él se queda de espaldas a mi. Creo es el momento de preguntarle, quiero saber que es lo que pretende conmigo, no quiero que juegue.

—Quizá esta no es la pregunta adecuada.. —empiezo, con un tono bajo. —Pero, quiero quitarme las dudas, ¿Estás jugando conmigo o que sientes?

Me atrevo a decirlo, sin tartamudear. La espera se me hace eterna, veo que su cuerpo se tensa a mi pregunta, pero se relaja y ya no hay marcha atrás.

Alexer debe responderme.

—Necesito.. —me interrumpe al girarse a mi, su mirada fija en la mia, me siento pequeña ante su intensa mirada.

Relame sus labios.

—Las cosas no se dicen, se hacen, porqué al hacerlas, se dicen solas. —se acerca lentamente. —Y yo, hablo con acciones.

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ALEXER. CORRIGIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora