V E I N T I T R É S

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PARTES POCO EXPLÍCITAS, SE RECOMIENDA DISCRECIÓN. ⚠️

Al levantar la mirada de la pantalla del aparato entre mis manos caigo en cuenta de que Alexer golpea la puerta, pidiéndome que hable con él.

¿Que significa el mensaje? ¿Que quiere decir con que el monstruo puede estar dentro? ¿Realmente lo busco fuera?

Varias preguntas y mi propia voz repitiendo lo que leí en mi mente resuenan sin detenimiento. Las preguntas y pensamientos absortos me nublan por completo, siento una presión en el pecho. Mis piernas tiemblan, pero me mantengo en pie.

—¿Quiere decir que soy el monstruo? Lo estoy buscando fuera cuando está dentro de mi.

Los sonidos cesan.

—Sage. —su voz, levanto la mirada a la puerta. —Hablemos, necesito decirte algo importante.

—No.

—Es para decirte lo que sucedió hace un año en Frelighsburg. —aún así, no quiero verte, no quiero hacerte daño si es que soy yo la que lo hace, no quiero.

Tengo miedo de mi.

—¡Sage, abre la maldita puerta! —grita perdiendo la paciencia, su voz es profunda. Temblorosa me alejo y me introduzco en mi habitación.

Camino a la ventana para cerrarla de una vez, antes de que Alexer quiera entrar por ahí.

Una vez lo hago, me quedo mirando por la ventana al otro edificio. Suelto un largo suspiro de frustración.

—Con que la chica de Alexer. ¿Eh? —una voz desconocida a mis espaldas me eriza la piel, me giro lentamente logrando encararlo.

——————★——————

THALIE HANNER.

—¿Donde está ella? —habla por décima vez, termino escupiendo por décima vez en su rostro.

El sabor metálico de la sangre sigue en mis labios, pero eso no es motivo para soltarle la verdad. No después de que lograra escaparse de Alexer cuando yo ya iba a ser libre.

—Eres un grandísimo hijo de... —me abofetea, su mano se estampa en mi mejilla y resuena en toda la habitación como eco. Mi rostro se desvía a un lado, mi cabello mojado cubriendo la mitad de mi rostro.

—Habla, Thalie. —sonríe, este imbécil sabe la verdad, debí haber tirado del gatillo antes de que pueda hablar o hacerme daño como lo hace justo ahora.

Debí hacerlo. O debí obligarlo a él a hacerlo.

—¿Que? Quieres hacerla sentir miserable para meterla a tu cama y presumir que la domaste? Ella es una pobre mojigata. —quise vender carne con el mejor postor pero todo se fue arruinó.

—Pobre mojigata... —repite y forma una sonrisa.

—Si, se afecta con facilidad. Por eso es que la quieres, ¿No? ¡Crees que puedes ser su roble de soporte! —suelto una carcajada y levanto mi rostro a verlo fijamente. —Lo que no sabes, es que...

—La pobre mojigata, eres tú, Thalie. —me toma por el cuello y me obliga a mirarlo a los ojos. Tengo el rostro inclinado para arriba por las ataduras y el hecho de que está de pie y yo sentada.

Aprieto los dientes mirándolo, siento el líquido rojizo correr por mis labios y un hilo rojo bajar de mi nariz.

—¿Que se siente? Que todos la deseen y tú solo seas su sombra. —habla con desprecio. —Debo admitir, que me das lastima, por eso debería iluminarte el camino.

ALEXER. CORRIGIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora