❀ Capítulo 39

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— ¿A dónde iremos? —Preguntó Jimin cerrando el local.

Jungkook se encogió de hombros divertido y tiró del Omega hacia él para llevarlo hasta su auto.

— ¿Dónde quieres ir tú?

— No lo sé... me da igual. —Frunció sus labios.

— ¿Entonces por qué no dejas de preguntar mejor y dejas que te lleve a algún lugar?

— ¿Más especial que el de la otra vez?

— Uhm... —Lo pensó—. Sí, definitivamente.

— ¡Dímelo! —Bufó.

— Sube al coche. —Rió—. ¿No tendrás frío más tarde?

Jimin se miró a sí mismo. Su pantalón vaquero era abrigado y su suéter con flecos decorativos también. ¿No?

— No lo creo. —Jungkook siseó, se reiría si más tarde el Omega temblara de frío.

— Está bien, solo sube.

¿Qué podía hacer? De todas formas, Jungkook volvió a llevarle al lugar del día anterior.

— ¿Por qué siempre me traes al medio del campo? ¿Te piensas que tengo cara de animal o algo? —Gruñó risueño.

— Lo eres. —Se encogió de hombros y tomó su mano—. Solo sígueme y mira bien a donde pisas, no te caigas, ¿bien?

Jimin asintió ilusionado. Jeon se mantuvo a su lado y agarrando su mano fuerte porque veía que el Omega podría aterrizar en el suelo en cualquier momento por las pequeñas piedras en el camino, sumadas a las flores.

Algunos minutos más tarde, el Alfa sonrió mirando el paisaje ante sus ojos y tironeó de la mano del mayor.

— Mira al frente.

El Omega lo hizo y se llevó una gran sorpresa de inmediato. Todo el campo frente a sus ojos se encontraba lleno de miles de Amapolas silvestres. Habían de todos los colores, pero las más destacadas sin duda eran las rojas y rosas.

Jimin sonrió como un niño pequeño y aspiró profundamente. No es que fuera que las Amapolas olieran muy bien, de hecho casi no tenían ni aroma, pero al haber gran cantidad de ellas, esto se intensificó e hizo poder inhalar ese suave olor.

Sin dudarlo se giró hacia el Alfa, el cual le miraba con ojos de cachorro, y le abrazó feliz y contento por ver la naturaleza en su plena forma, por ver las raíces de algunas flores que él mismo vendía en su floristería.

— ¡Gracias! ¡Esto es genial! —Sonrió agachándose para atrapar una pequeña—. Recuerdo que cuando mi hermano y yo éramos pequeños solíamos ir a un prado cerca de donde vivíamos para correr por las flores. Nos hacían cosquillas, éramos unos cachorros.

— Tú lo sigues siendo. —Sonrió el Alfa—. Nunca me volviste a hablar de tu hermano, solo sé de él que es el dueño de la floristería.

— Bogum tiene una vida ocupada lejos de mí. —Rió—. Hace algunas semanas vino a visitarme, le presenté a Taehyung y Seokjin, aunque se hizo más amigo del primero.

Jungkook asintió en silencio.

— Si hubieras estado ahí te hubiera presentado.

— ¿Cómo qué lo hubieras hecho? —Lo miró.

— Como lo que podríamos haber sido en ese momento, la realidad. —Se encogió de hombros—. Quizás ya hubiera tenido tu marca, así que te presentaría como mi Alfa.

Jeon sonrió y ocultó el sonrojo en sus mejillas mirando al prado de flores.

— Sigo siendo tu Alfa, de todos modos.

Ahora fue el turno de Jimin para sonrojarse. Se vio a sí mismo nervioso, jugando con sus manos y moviendo la florecilla entre sus dedos, a veces acercándola a su nariz para inhalar su olor.

Una idea se le pasó por la mente en unos segundos y se giró de nuevo mirando al Alfa.

— Tienes el pelo muy largo. —Jungkook emitió un sonido afirmativo—. ¿Me dejarías algún día hacerte trenzas y ponerte flores entre ellas?

— Si, está bi- ¡espera! ¿¡Qué estás diciendo!? —Sus ojos se abrieron al milisegundo de entender y procesar de lo que el Omega hablaba.

— ¿Me dejarías? —Preguntó con ojos brillantes y labios abultados. El Alfa retiró su mirada para no caer ante la tentación.

— Antes me lo corto. —Afirmó—. Nene, no voy a ir así por la vida.

— ¡Pero puede no verte nadie! —Exclamó rápidamente—. ¡Solo yo, en tu apartamento o en el mío, te prometo que nadie lo verá!

— ¿Y qué ganas con eso? —Arqueó una ceja.

— ¿Diversión? —Preguntó dudoso—. Ash, no seas un Alfa malo y déjame hacerte cositas en el pelo.

Cositas.

— Puedes pedirme a cambio lo que quieras. —Murmuró—. Pero déjame probarte lo adorables que estarás con trenzas, colitas y flores.

— Está bien, como digas. —Bufó—. No te pediré nada. —El Omega saltó de felicidad e ilusión—. Por ahora.

— ¡Vale! —Sonrió—. ¡Compraré muchas gomitas pequeñas y flores diminutas para probarlas! ¡Hay que aprovechar que te dejaste el cabello largo!

— Claro, nene, lo que quieras. Todo lo que quieras.

¿Quién era él para quitarle la ilusión que llevaba Jimin por peinar su pelo y poner cositas en él? Nadie, absolutamente nadie. Se veía como un adorable cachorrito haciendo trastadas y siendo feliz por ser regañado.

Park entonces aprovechó su felicidad corriendo entremedio de las flores rojas y rosadas, perdiéndose entre ellas y llenándose de polen. Jungkook rezó mentalmente para que ninguna abeja se albergara por los alrededores.

— ¡Jimin! —Exclamó—. ¡Cuidado al pisar, no destruyas las flores ni su cultivo natural!

— ¡No te preocupes, Jungkookie! —Gritó desde metros—. ¡Estoy siendo cuidadoso!

El Alfa quiso sonreír por lo tierno que se veía lleno de pétalos y polen amarillo por todos lados, pero entonces el sonido de su teléfono lo sacó de su ensoñación.

Apenas recibió la llamada entrante, muchos gritos salían de ella, como era de esperarse. Bufó dejando hablar al remitente y miró a Jimin, quien le miraba desde la lejanía preocupado por haber escuchado los gritos también a través del aparato.

— Estaré allí en unos minutos, quédate quieto, maldición. —Exclamó colgando el teléfono. Jimin se acercó a él con cara preocupada—. Me temo que hay que irnos. Lamento haber estado tan poco tiempo hoy, otro día lo compensaré.

— No te preocupes, Jungkookie. —Sonrió y se abrazó a si mismo aún con la felicidad en su sangre—. Otro día será.

Jungkook asintió y le tomó de la mano para sacarlo de ahí y llegar al auto. Ambos se adentraron y Jimin no pudo evitar preguntar.

— ¿Están las cosas bien? ¿Quién era? —Miró al Alfa. Él solo suspiró.

— Nadie importante.

Asintió restándole importancia aunque la curiosidad le carcomía y calló durante todo el trayecto.

Una vez llegaron a la puerta de su apartamento, Jimin se removió en el asiento nervioso. ¿Cómo debería despedirse?

— ¿Pasa algo? —Preguntó el menor, Jimin negó rápidamente—. ¿Entonces por qué te sientes nervioso?

— N-No sé como despedirme de ti. —Confesó bajando la mirada.

Jungkook sonrió y tomó su mentón para besarlo delicadamente. Jimin se sujetó del cuello de su camiseta y se dejó llevar unos segundos por los labios contrarios.

— Nos vemos otro día, cachorro. —Sonrió.

— ¡No soy un cachorro!

— Nos vemos otro día, nene. —Recapacitó.

El Omega volteó sus ojos y salió del auto con las mejillas más sonrojadas que de costumbre mientras el Alfa reía dentro del coche.

Flowers Boy ❀ KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora