Amo la traición, pero odio al traidor
—Julio César.
ALECBruno no mentía al decir que cambió, todo mi cuerpo se paraliza al verla, está apoyada en el borde de la baranda del helipuerto mirando distraídamente el cielo, quiero correr hasta ella, quiero besarla, quiero tenerla entre mis brazos, pero Bruno dijo que estaba molesta, espero que se le ablande el corazón al verme, de todas maneras, es mi chica... mi dulce, malhumorada, deslenguada y preciosa chica, la mujer que dio su vida por mi sin pensarlo.
Para haber pasado seis meses ambos cambiamos, no tuve tiempo ni de afeitarme, solo logré asearme con algunas cosas en el baño del jet, estoy consiente que las caminatas al cruzar las fronteras, el constante movimiento y meterme habitualmente en peleas hizo que mi estado físico cambiara, pero el cambio de ella es totalmente impactante, su cabello sigue igual de largo, pero el desorden que acostumbraba a tener desapareció y es remplazado por un corte de puntas recto y perfecto, su color chocolate fue remplazado por un rubio claro, su cuerpo también cambió, no me molesta en absoluto, el cuerpo es de ella y puede hacer lo que quiera, solo que sé que en el estado que está no se ve saludable para ella, sabía su peso y su altura ya que yo la entrenaba, estaba totalmente saludable, ahora mantiene algo de sus curvas que siempre me enloquecieron aunque se ven menos prominentes, está demasiado delgada y sus brazos se ven frágiles, antes temía que me rompiera la mandíbula de un puñetazo, ahora temo que se rompa algo si la toco, lo que mas raro se me hace junto a su color de cabello es su vestimenta, Carla odia con la vida los vestidos y las faldas ya que la hacen sentir incomoda y apretada al igual que los tacones, no fueron mas de dos veces que la vi usándolos y se encargó de que todos se enteraran que era una putada usarlos, ella amaba usar sus Vans, ahora está con un vestido de manga larga color verde olivo que le queda por encima de las rodillas y extremadamente ajustado al cuerpo y unos tacones de por lo menos quince centímetros que hacen que yo me vea solo un poco mas alto que ella.
—¿Carla?
—Alec.
¡Dios, es ella!, a la mierda la opinión de Bruno. Corro hasta mi chica y la abrazo tan fuerte como puedo, rápidamente dejo de ejercer presión recordando su estado, pero no la suelto, ella está aquí, es real, soñé tantas veces con esto, nunca pensé que se podía hacer realidad, entierro mi cara en el hueco entre su hombro y su cuello sintiendo su exquisito aroma y continúo abrazándola, cierro mis ojos con fuerza para evitar que las lagrimas caigan, pero es inútil, ellas caen igual, acaricio su espalda y bajo la fina tela de su vestido puedo sentir sus cicatrices, son pequeñas, pero la piel está un poco levantada en las zonas en las que recibió los impactos.
—Te extrañé tanto bichito —murmuro contra su cuello—. perdóname por irme, pensé que habías muerto, te amo... te amo tanto Carla.
No recibo respuesta y no es hasta ahora que noto que Carla está quieta en el mismo lugar, no se ha movido ni un centímetro, no ha sido capaz ni de abrazarme. La suelto lentamente hasta quedar frente a ella, sus ojos perfectamente maquillados me miran con indiferencia.
—¿Terminaste? —pregunta monótonamente.
Bueno, lo suponía, está molesta como la mierda, no me sorprende.
—Bichito... sé que estás enojada —comienzo.
—¿Enojada? —interrumpe—. no Alec, no estoy enojada, solo quiero que tú y tu circo de amigos me dejen en paz, ¿tan difícil es de entender para todos?
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La traición de Roma | [Roma #2]
ActionTres palabras hicieron que Alec volviera a Roma para rencontrarse con su pasado y todo lo que dejó atrás, ahora debe enfrentarse a una cruda realidad, en seis meses todo puede cambiar. LIBRO 2 DE [ROMA] Se necesita leer Ante los ojos de Roma para en...