》Capítulo 34 un beso.《

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Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama
—Miguel de Cervantes.


FRANCESCA

Miro a Salvatore dormir a mi lado, se ve como algo tan intimo que hasta me siento una intrusa, su ceño está hundido y aunque no ronca su respiración se escucha pesada como tuviese una pesadilla, eso me molesta, no puedo cuidarlo en sus sueños, mi vista se clava en la herida de su labio e inmediatamente apreto mi mandíbula con molestia, Antonio Moretti es un hijo de la reverenda puta, ¿como mierda golpea a su propio hijo?, yo jamás en mi vida golpearía algo tan hermoso como lo es un hijo.

Al ver a Salvatore ahí intenté contenerme, intente irme y no inmiscuirme porque sabía que si me entrometía me dejaría en evidencia, soy consiente que con mi arrebato levanté dudas en Antonio por lo que debo ser el triple de cuidadosa ahora pero simplemente no pude, no fui capaz de dejar a Salvatore ahí, por un momento dudé y solo por eso me culpo.

Hice una promesa, le hice una promesa a el y pretendo cumplirla, solo espero que para cuando todo esto termine el me deje cumplirla, me deje estar ahí para él como una amiga.

Salvatore se mueve un poco pero sigue durmiendo, miro la hora en mi teléfono, son las siete de la tarde, llevo cinco horas aquí, quería esperar a que Salvatore se despertara para irme pero no tiene pinta de querer despertar, por las ojeras que vi en sus ojos se notaba que no había dormido en estos días, quiero pensar que no dormía por los nervios de contarle a su padre lo que hizo y no por no verme.

Me pongo de pie cuidadosamente y noto que Salvatore se quedó dormido con los zapatos puestos, se los quito con cuidado y luego lo tapo con una manta, camino hasta la salida pero me siento mal por dejarlo así, vuelvo y acomodo una almohada a su lado ya que a ratos me abrazaba, así no se despertará, me quedo mirándolo y noto que su cabello está despeinado cubriéndole los ojos, cuidadosamente lo retiro dejando su rostro descubierto, sonrío por inercia al recordar mi "santa mierda" Salvatore es un chico bastante atractivo, ojalá algún día encuentre a alguien que se enamore de él, mi mano viaja hasta su cien acariciándole el cabello y luego me encuentro delineado sus cejas con mi pulgar, paso mis dedos por su pómulo izquierdo y sigo hasta su nariz, es recta y está algo fría, sin pensarlo muy bien bajo poco a poco hasta sus labios acariciándolos con la yema de mis dedos cuidadosamente sintiendo la suavidad de estos, están tibios, carnosos y besabl... ¡No!

Mierda, no, ¡carajo! Retiro mi mano como si me hubiese dado la corriente, camino rápidamente puerta y salgo de ahí, me conozco la casa de los Moretti de memoria por lo cual salgo sin mas como si hubiese visto a un fantasma, saco mi teléfono y pido un taxi, mientras lo espero ralentizo mi respiración, está mal, no puedo volver a hacer eso, a mi mente viene Alec cantándome por la mañana con los chicos y mi corazón se encoje, ese es mi hogar, esa es mi familia y lo único que le puedo ofrecer a Salvatore es una amistad, hay un plan que seguir y no puedo olvidarlo, saco mi teléfono y marco el número de Fernanda.

—Mas te vale que sea importante perra, tengo una cita a las once y aún no decido que ponerme, estoy entre algo casual y cómodo o algo casual y cómodo —ríe sin tener una segunda opción realmente—. En mi puta vida me pondría tacones por un chico, ¡vivan las botas de combate!

—Voto por la opción uno —finjo alegría—. No mejor la dos, me voy por cómodo y casual.

—Bien, tenemos una ganadora, ¿para qué me llamabas?

La traición de Roma | [Roma #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora