》Capítulo 44 Carlec.《

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Es tan corto el amor y es tan largo el olvido… —Pablo Neruda.

ALEC

De todas las veces que he venido al helipuerto jamás había entrado al helicóptero, siempre supuse que estaba prohibido pero luego recordé que ya no soy un niño, ya no me prohíben nadar solo en la piscina, no me prohíben comer a deshora o usar la estufa, puedo hacer lo que se me de la gana por lo cual entré al puto helicóptero y me senté en el puesto del piloto solo porque puedo, necesito pensar y este lugar parece ser mi único refugio, decidí irme del piso ya que Allison estaría con Bruno, la dejé arreglándose para su cita, si no la dejo salir del piso por su seguridad lo mínimo que puedo hacer es hacerla sentir cómoda, también es su casa y merece privacidad.

Bajé con una botella de vodka pero realmente solo he tomado algunos sorbos, alcalizarme siempre parece un buen plan pero me quedó dando vueltas en la cabeza las palabras de Bruno y de Alina, algo me dice que haga un intento, algo me dice que no me rinda con Carla, pero es jodidamente difícil, para Bruno es fácil decirme mierda para que siga como un perro faldero tras ella, pero el no fue quien la vio besar a otro, cada vez que lo recuerdo siento un revoltijo en el estomago y la tristeza sumada al dolor vienen en una oleada directo hacia mi amenazando con destruirme por completo, nadie la obligó a besarlo y eso es lo que más me jode, ella no sabe que la vi, pero lo hice y es una mierda, ¿sería capaz de negarlo si se lo pregunto?... No entiendo como pude hacerle tanto daño sin notarlo, me odio por no notar sus inseguridades al estar conmigo porque si lo hubiese hecho en ese momento lo hubiese solucionado, pero preferí sumirme en mi propia felicidad creyendo que todo iba bien y es que realmente todo iba bien... por lo menos para mi, veo que para ella no, realmente siento que por muy mal que la haya pasado, por muy jodidas que hayan sido sus inseguridades, no merezco todo lo que está pasando, no me merezco el daño que me está haciendo y si, en un principio creí que el culpable era yo, pero si ella realmente hubiese querido luchar por lo nuestro lo hubiese hecho, si realmente me amara no me lastimaría... quizá deba continuar y ya, continuar como ella lo hizo, ojalá recibiera una señal divina o una epifanía de que rayos hacer.

Estoy tan sumido en mis pensamientos que no noto la presencia de Carla hasta que la veo parada en la baranda de seguridad, evidentemente acaba de llegar, la luz de la luna la ilumina por completo, puedo apreciar su cabello húmedo y su cuerpo cubierto por una gran sudadera, deduzco que acaba de bañarse y vino a refugiarse en este lugar, ella inesperadamente prende un porro y comienza a fumarlo, en otra ocasión hubiese bajado y le hubiese arrebatado esa mierda de las manos pero siempre es lo mismo, siempre uno hace algo que le molesta al otro, peleamos, nos gritamos o nos decimos algo hiriente y uno de los dos se termina yendo, realmente estoy aburrido, no sé si aburrido de Carla, quizá aburrido de esta situación.

Prefiero mirarla, contemplarla en el silencio de la noche y ver su semblante calmado, ¿como puede ser tan preciosa sin esforzarse?, es jodidamente hermosa.

Simplemente la observo aprovechando que no sabe que estoy aquí, la observo hasta que se acaba su mierda dando la ultima calada y expulsando el humo, se ve agotada, no físicamente, se ve con un agotamiento mental que me genera angustia, algo le pasa y me jode no poder llegar a ella.

Cojo valentía bebiendo unos cuantos sorbos de vodka y me arriesgo como dijo Bruno, ¿que le hace una raya mas al tigre?, si me rechaza no será la primera ni la ultima y aunque quiero rendirme con ella y mandarla a la mierda por todo lo que a hecho no puedo, realmente no puedo porque aunque quiera engañar a todos no puedo negar que estoy tan enamorado como el primer segundo.

Saco mi teléfono del bolsillo y prendo la linterna apuntando el muro de contención, la luz llama su atención ya que dirige la vista hasta el lugar y luego comienzo a tapar y destapar la linterna con mi mano simulando la señal de S.O.S. ella sigue el origen de la luz y cuando mira hasta el helicóptero frunce el entrecejo al verme ahí, apago la linterna y le indico con la mano que se acerque, ella me mira confusa pero camina hasta la puerta del piloto, cuando la intenta abrir yo la trabo con mi mano.

La traición de Roma | [Roma #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora