》Capítulo 9 seducción.《

9K 936 765
                                    

Cuando me acerco un paso, ella retrocede medio, pero un día llegaremos a la pared
—Aida Sandoval.


SALVATORE

—Mierda—mascullo al sentir el algodón hacer contacto con mi labio.

—Si te quedaras quieto no te dolería —dice Francesca con un tono serio.

—Moviéndome o quieto va a arder igual —murmuro.

Ella blanquea los ojos pero no dice nada, luego continúa su tarea.

—Creo que vas a necesitar puntos.

—No es para tanto.

—Si lo es, tuve una herida parecida, créeme, los necesitas.

—¡Dije que no es para tanto! —exclamo molesto.

Ella baja la mirada y comienza a guardar las cosas del botiquín.

—Mierda, lo siento, no debí gritarte...

—No importa —murmura.

—No, si importa, nunca te había gritado antes, solo estoy molesto, pero no contigo.

—¿No?, fue mi culpa que Alec te golpeara.

—No lo fue, tu no le dijiste "ve y pégale a Salvatore", la culpa es de el, no te supera y no controla sus celos.

—Sobre eso... —comienza dudosa—. ¿Le dijiste que nos acostamos?

—Si —respondo sin una gota de arrepentimiento.

—No estuvo bien, ¿lo sabes?

—¿Por qué?, ¿acaso te importa lo que piense?

—No es eso Salvatore, es por mi, te he dicho que no me gustan las mentiras, por eso las cosas con Alec terminaron, no necesitas mentir para justificar si sales o no sales conmigo, tienes todo el derecho de ir a mi casa, voy a resolver este asunto yo, confía en mi.

—No Francesca, no te quiero cerca de ellos, solo, déjalo así...

—Salvatore, vivo con ellos, inevitablemente los tengo que ver.

—Yo te di una solución para eso.

—Lo sé, y te lo agradezco, pero no me voy a venir a vivir aquí, te conozco hace poco mas de un mes, sí, nos vemos casi todos los días y hemos formado una linda amistad, pero eso no cambia que Abramio siga queriendo que sea la jefa, no me va dejar salir del edificio Prada así como así, es capaz de venir a buscarme con cien hombres y eso no va a terminar bien.

—Pero tú no quieres ser la jefa.

—No, no lo quiero, tengo un plan en mente para librarme de eso, pero aún... no lo sé, no estoy segura.

—Deberías venir conmigo —murmuro.

—¿Que? —frunce el entrecejo.

—Eso —comienzo dudoso—. Cuando resuelva mis asuntos con mi padre aquí en Italia... yo me voy a ir Francesca, por lo menos ese era mi plan.

La traición de Roma | [Roma #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora