》Capítulo 42 un recuerdo.《

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Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón — Jorge Luis Borges.

FRANCESCA

—¡Fondo!, ¡fondo!, ¡fondo! —Gritamos todas animando a Sebastián.

El termina de beberse su cerveza y eructa como un cerdo al terminar, Fernanda y Katya están cagadas de la risa mientras yo me lamento porque su eructo fue más grande que el mío.

—¡Exijo mi revancha! —exclamo entre risas.

—Eructas como un bebé, ya supéralo —me molesta Sebastián.

Tuvo la genial idea de acordarse que cuando nos conocimos le dije que no bebía cerveza porque eructaba con ella, Fernanda quiso comprobarlo y trajo a su habitación las cervezas de importación que tenía María, Katya no bebe porque consume medicamentos y pretendemos embriagarnos asique se llevará el auto, pero Fernanda nos acompaña en la guerra de eructos.

—Mi turno —digo tomando una cerveza.

Le quito la tapa con la mano para impresionar y los chicos ríen, me empino la botella y comienzo a beberla como si fuese agua sintiendo el sabor amargo de esta, la dejo hasta la mitad y hago una mueca de desagrado, la primera que bebí era de chocolate y la segunda era cerveza rubia de miel, esta sabe a mierda, los chicos ríen al ver mi expresión y en ese momento exhalo por la boca con tanta fuerza soltando el eructo más fuerte que me he tirado en mi vida.

—Tenemos una ganadora —grita Katya.

Comienzo a toser ahogándome con mi propia riza y siento como mi cara se pone roja, Sebastián me da palmaditas en la espalda pero él está peor que yo, quizá no sea algo tan gracioso pero estamos en el inicio de ponernos bastante ebrios, solo llevo dos cervezas y media, pero pretendo embriagarme con mis amigos porque he tenido una semana de mierda.

—Por la Mafia —dice Fernanda alzando su cerveza en el aire.

—No voy a brindar por esa mierda —dice Sebastián—. Si voy a brindar, que sea por algo más grande.

Fernanda vuelve a alzar su cerveza —¡Por las tetas de María! —dice riendo—. Esas mierdas si que son grandes.

—¡Por las tetas de María! —coreamos todos riendo y levantando nuestras cervezas en un brindis.

A pesar de que sepa a mierda, me tomo el resto de cerveza al igual que los chicos, bueno, Katya está tomando jugo pero la está pasando igual de bien.

—Yo no soy quien para decirlo —comienza Fernanda—. Pero si ustedes no se casan y tienen un hijo sentiré que la vida es una mierda, necesito un bebé ajeno para que ablande mi corazón.

—Ten tus propios bebes —le contesta Katya—. Con suerte puedo cuidar de mi —bromea.

—Eso es cierto —asegura Sebastián—. El otro día me llamó porque no encontraba su teléfono y no podía llamarme en la noche.

—¿Y cual es el problema? —pregunto dándole un sorbo a mi cerveza.

—¡Que me llamó desde su teléfono! —suelta Sebastián.

Yo escupo la cerveza y me uno a las risas de todos, Dios, Katya es un caso especial.

—A mi defensa lo estaba buscando con la linterna, lo tenía en la mano, jamás iba a encontrarlo.

Niego divertida y sigo escuchando sus anécdotas ridículas, Fernanda se pone de pie y va a buscar más alcohol mientras abrimos la segunda caja con pizza que compré y comenzamos a comer.

La traición de Roma | [Roma #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora