》Capítulo 26 fingir.《

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Mejor morir que traicionar a tus amigos —J.K Rowling.

FRANCESCA

Caigo al suelo con fuerza sintiendo el sabor metálico de la sangre en mi boca, siento como mi espalda cruje un poco y solo por eso golpeo dos veces el suelo con mi palma rindiéndome.

Fernanda blanquea los ojos y me extiende una mano.

—De pie abuelita, vamos por una cuarta ronda.

Le recibo la mano dudosa y ella me ayuda a ponerme de pie.

—No doy más, necesito un descanso —digo alcanzando la botella con energética y bebiendo un buen trago.

—Francesca llevamos tres semanas entrenando, reconozco que peleas bien, tienes buenas tácticas pero a pesar de que has ganado peso aún no es suficiente, te he ganado en la mayoría de los combates.

—Eso es porque sabes artes marciales Fernanda, yo fui entrenada por un asesino mafioso que da la casualidad, es mi padre, me entrenó para matar, tengo que medir cada golpe contigo, no estoy entrenada para pelear suave, mis entrenamientos con los chicos eran bruscos, estoy entrenada para asesinar y créeme que pude quebrarte el cuello en muchas ocasiones, la ultima vez que intenté algo suave como el Kick boxing casi mato a alguien a golpes, me guste o no, soy una asesina, no una chica que sabe defensa personal, por inercia al recibir un golpe tuyo mi primer instinto es golpear en zonas vitales y no poder hacerlo me quita segundos de ventaja y eso hace que me hagas mierda.

—¿Estás diciendo que me dejas ganar? —pregunta fingiendo indignación.

Río —Algo así, pero no te creas, antes era mucho más rápida, ahora... luego de las operación por los disparos tenía que tener meses de recuperación y solo tuve dos, aún me duele cuando hago movimientos bruscos, pero llevamos tres semanas entrenando, creo que no está mal.

—Y yo creo que con tres semanas ya aprendí tu patrón de pelea, sabes que debes pelear diferente, si en algún momento debes enfrentarte a alguien no puedes dejar que te reconozcan, tienes que ponerte en todos los casos y puede que hasta te toque pelear con tus propios primos, incluso con Alec y si eso sucede no querrás que sepan que eres tú, recuerda que ante ellos tú no quieres saber más de muerte y perdiste dos órganos, básicamente serás una inútil.

Suspiro —está bien, vamos con los nuevos movimientos —blanqueo los ojos.

—¿Sabes? —dice caminado fuera del gimnasio.

Me lo tomo como una señal para seguirla asique camino tras ella viendo como sale a la parte trasera de la casa y se adentra en una especie de bodega pequeña a medida que continua hablando.

—María tiene una habilidad para engatusar a los hombres, en uno de nuestros viajes para cerrar un trato en china conoció a un... ¿chinito peligroso? Que se obsesionó con ella.

—Pobre chino —comento con pesar.

—Lo mismo digo, bueno el tipo era bastante agradable, hablaba inglés por lo cual extendimos el viaje y nos quedamos unas semanas en su mansión, él trató a María como una reina y le regaló bastantes cosas, ya sabes, nada más empalagoso que un hombre enculado y con dinero, yo no me quejo también me regaló cosas por ser su sobrina, dio justo en el clavo ya que me regaló tecnología que en Latinoamérica soñarían con tener. Ellos aún mantienen el contacto, quedaron como buenos amigos y cuando María viaja a china tiran.

—¡Fernanda! —la reprendo riendo.

—¿Que? —se encoge de hombros—. Bueno, al grano, Xu Kai-ran, por cierto, así se llama, nos obsequió una colección de armamento chino, es antiguo y muy costoso, pero supongo que para él vale una mierda, lo tenemos aquí.

La traición de Roma | [Roma #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora