》Capítulo 56 mi promesa.《

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¿Cuánto tiempo es para siempre?
A veces solo un segundo
—Lewis Carroll.

FRANCESCA

Despertar y ver a Alec durmiendo a mi lado es un regalo de la vida que jamás voy a olvidar, estamos frente a frente con nuestros cuerpos desnudos bajo las sabanas, nuestras piernas están enredadas y su brazo rodea mi cintura, una sonrisa boba se desliza por mis labios y me separo con mucho cuidado de su lado, no sé que hora es, pero nos quedamos dormidos en la tarde, ninguno había dormido bien la noche anterior estando a la espera del funeral por lo cual nos rendimos ante el sueño, cuando logro salir por completo de los brazos de Alec me siento en la cama y miro la hora en su despertador, 4:00 a.m. papá me va a matar, espero que no se haya dado cuenta de mi ausencia, bueno, ahora que lo pienso bien, si papá se hubiese dado cuenta ya estaría aquí, recojo mi ropa del suelo y me voy al baño de Alec, cuando entro dejo la ropa a un lado, ato mi cabello y me meto bajo la ducha, comienzo a enjabonar mi cuerpo y cierro los ojos recordando a Alec, él se encargó de amar, adorar y alabar cada parte de mi, aún no puedo creer lo que hicimos, fue perfecto, por fin creo que las cosas marchan un poco a mi favor, por lo menos algo me sale bien luego de bastante tiempo, ¡me pidió matrimonio!, Alec quiere ser mi esposo, realmente está pasando, nunca creí que fuera a ocurrir tan pronto, aun soy joven, pero quiero vivir el resto de mi vida a su lado y tiene razón al decir que da igual si nos casamos ahora o en diez años porque en un futuro seguiré igual de enamorada, ahora tengo que decírselo a mis padres, Alec dijo que ellos le dieron su permiso pero estoy segura que al igual que yo, ellos no contaban con la impaciencia de Alec.

Cuando termino de lavarme el cuerpo me visto rápidamente con la ropa de ayer y salgo con sigilo del baño para no despertar a Alec, busco en su armario una sudadera y me la pongo arriba del vestido, camino hasta él dejándole un suave beso en sus labios, me doy media vuelta para irme pero me siento mal de dejarlo así, es nuestra primera vez y quizá lo malinterprete, lo que menos quiero es que sienta que hizo algo mal y por eso me fui por lo cual tomo un lápiz y papel de su mesita de noche y le escribo una nota.

Me fuí porque si papá se entera que no dormí en mi habitación, me quita el anillo y te lo tira por la cabeza, todo fue perfecto, tú eres perfecto conmigo, nos vemos en unas horas y no me enojo si vas a despertarme, te amo demasiado bicho feo
Pd: te robé otra sudadera.

Recojo mis zapatillas del suelo y camino hasta la puerta, la abro con cuidado de no hacer ruido y me voy hasta la sala, una vez ahí me siento en el sofá y me las pongo, no puedo parar de sonreír, joder, estoy muy enamorada o muy idiota, quizá un poco de ambas, cuando llego hasta el ascensor comienzo a escuchar el ruido de mi teléfono.

—Carajo —murmuro devolviéndome.

El ruido inunda el piso y quiero golpear a la persona que esté llamando, ni yo había recordado el puto teléfono, doy vuelta la sala buscándolo pero no lo encuentro, el teléfono deja de sonar pero inmediatamente la melodía se vuelve a repetir.

—¿Quien carajo molesta a las cuatro de la mañana? —mascullo—. La cocina —digo para mí misma recordando que lo había dejado ahí cuando fui a saludar a Alec.

Voy hasta allá y la pantalla se ilumina arriba del mesón, sin pensarlo lo tomo en mis manos y lo contesto.

—Fernanda, son las cuatro de la mañana —susurro reprendiéndola—. Espero que sea importante, casi me matas de un paro cardiaco buscando este aparato.

—Voy llegando a tu casa, baja y espérame en la entrada —dice en tono preocupado.

—¿Que sucede? —pregunto alarmada.

—Mejor baja, ya voy llegando.

—Le pasó algo a Salvatore, ¿cierto?

Fernanda suspira —Fui a verlo a eso de las diez de la noche como me pediste, le dije a uno de los guardias que le avisara que era importante con la excusa del dinero y todo eso pero Salvatore no quiso atenderme, intenté sacarle información al tipo pero me dijo que él solo se encargaba de la seguridad de afuera, lo persuadí un poco y le di mi número para que me llamara si algo pasaba, estaba reacio pero le dije que era amiga de Salvatore y al parecer se lo creyó, a las tres de la mañana mi teléfono comenzó a sonar y supe que algo no iba bien, era el chico de seguridad, me dijo que no sabían que hacer ya que el padre de Salvatore no aparecía hace días, dudo que él les haya dicho que murió, no sabían a quien llamar porque solo te conocían a ti pero no tenían tu número...

La traición de Roma | [Roma #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora