》Capítulo 4 cicatrices.《

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El Acto más importante que realizamos cada día es tomar la decisión de no suicidarnos
—Albert Camus.

SALVATORE

—¿No puedes vestirte como un hombre? —pregunta mi padre.

Bajo mi vista dándome un recorrido, no veo el problema, llevo zapatillas, jeans y una camiseta negra manga corta.

—¿Y como se supone que se viste un hombre? —pregunto monótonamente.

—Salvatore, solo ponte un traje y déjate de juegos.

—Estoy en mi casa, no me pondré un traje, ya no soy un niño al que le puedes decir qué hacer, bastante tengo con asistir a tu cena de mierda.

—No es una cena de mierda, es una cena de negocios, hoy cierro un trato importante y espero que mi único hijo esté apoyándome, no te pido nada del otro mundo para lo que te doy, solo quiero que estés a la altura, te vistas decente y participes más en nuestros negocios, no siempre estaré para ser tu sustento Salvatore, tienes que aprender a hacer algo.

—Y que mejor que aprender a traficar, ¿no? —pregunto sarcásticamente.

—No te hagas el puritano Salvatore, el dinero que gano es el que usas para tus caprichos, es el dinero que te mantiene y con el que te pagas tus vicios, nunca te he puesto limites, espero que tú solo te los pongas.

—En mis limites no está usar un traje para aparentar, es una estupidez, la ropa no me define.

—Si no quieres usar un traje no lo uses, pero por el amor de Dios, tapa esas cosas.

—Se llaman tatuajes y no pienso taparlos, tengo diecinueve años papá, ya supéralo.

Mi papá va a rebatirme, pero en ese momento una chica del servicio le interrumpe.

—Señor Moretti, siento interrumpir, los Prada están aquí, los hice pasar a la sala como me ordenó, ¿necesita algo mas?

—Si, dile al cocinero que esté atentó, no tardaremos y quiero que la cena sea servida a la brevedad.

—Si señor.

La chica da media vuelta y se va por donde vino.

—¿Los Prada? —pregunto—. Pero si ayer fuimos a verlos.

—Si no te hubieses largado como un adolescente rebelde hubieses sabido que concretamos una reunión hoy, Abramio viene con su hijo para cerrar el negocio, pero antes vamos a cenar con su esposa y su hija, sobra decirte que quiero que seas amable y omitas tus bromas de mal gusto, no quiero problemas.

—No me importa en absoluto interactuar con la esposa o la hija de Alessandro, solo quiero que esta mierda termine rápido.

Mi padre suspira con resignación, podríamos estar horas discutiendo lo mismo y no llegar a nada. Avanza hasta la sala consiente de que le sigo, al entrar veo al viejo de Abramio, lo saludo con un apretón de manos amistoso fingiendo que me agrada tenerlo en casa perturbando mi paz, hago lo mismo con Alessandro y prosigo con su esposa Alina, tal como me la presentó, no hay rastro de su hija, tal vez contó con la suerte de no ser obligada a ser parte de este circo, al parecer mi padre nota lo mismo ya que lo primero que hace es referirse a ella.

La traición de Roma | [Roma #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora