》Capítulo 46 la verdad.《

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La verdad que daña es mejor que la mentira que alegra —Máxima Árabe.

SALVATORE

Miro mi teléfono como si eso fuese ayudar a que Francesca conteste mis mensajes, luzco como un idiota desesperado pero la verdad estoy preocupado, ayer me dijo que pasaría el día con su amiga Fernanda pero luego no me habló mas, le mandé mensajes en la tarde, en la noche y hoy en la mañana, no es de intenso, solo me preocupa que le puedan haber hecho algo, su familia no es de fiar y menos los hijos de puta que la rodean, temo que le haya pasado algo.

—¿Problemas en el paraíso? —pregunta mi padre.

Creo que no fue buena idea desayunar en la cocina, debí quedarme en mi habitación.

—No, ningún problema —contesto.

Miro el desayuno el cual no he probado y lo hago a un lado poniéndome de pie para irme, la relación con mi papá no es muy buena ahora.

—No he visto a Francesca por aquí estos días —comenta.

—Eso es porque no vive conmigo, tiene una vida y la está viviendo, no soy a única persona con la que pasa tiempo, tiene amigas.

—Amigas... —repite en tono pensativo.

—Si, amigas —confirmo.

—Eso es bueno, deberías invitarla a cenar un día de estos.

—Prefiero salir con ella a cenar en otro lugar.

—Creí que era de las chicas que valoran lo sencillo.

—Lo es.

—Entonces no creo que un restaurante la haga muy feliz, mañana estaré todo el día y la noche fuera, tengo muchas cosas que hacer, podrías invitarla, comen juntos, ven películas y hacen cosas de enamorados.

Lo miro dudoso —¿Para qué quieres que venga?

—No quiero que lo haga, me da igual, solo te avisaba que tenías la casa para ti solo, intento ser un buen padre.

—Muy tarde para eso —digo tajante.

—Puedes hacer lo que quieras —dice con cansancio—. Solo creí que querías divertirte con tu novia a solas, tener algo de privacidad, ya sabes...

—No es mi novia.

—¿No?, pensé que si, ¿que te impide pedirle que sea tu chica?

—No es asunto tuyo.

—Bueno, veo que estas a la defensiva, no me apetece lidiar contigo cuando estás drogado —dice de mala gana y se va.

—No estoy drogado —murmuro para mi mismo.

Estoy intentando dejarlo de a poco por Francesca, ella también lo está dejando y quiero ser una mejor persona para ella, no se merece a un drogadicto sin futuro.

Detesto admitir que papá tiene razón pero invitar a Francesca no parece una mala idea, es una excusa para llamarla sin que piense que la estoy controlando o algo así. Marco su número y ella me contesta al quinto tono.

—Diga.

—Hola preciosa, soy yo...

Ella ríe —Sé que eres tú, tengo tu número guardado hace meses.

—Buen punto —concedo—. Quería saber si estabas bien, ayer te envié algunos mensajes y no has contestado.

—Lo siento, no he estado pendiente del teléfono, de hecho, ahora estaba tirado por mi habitación bajo una pila de ropa.

La traición de Roma | [Roma #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora