》Capítulo 31 presente.《

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No puedes decir «no» a la gente que amas, no a menudo. Ese es el secreto. Y cuando lo haces, tiene que sonar como un «sí»o le tienes que hacer decir «no»
—Mario Puzo.

FRANCESCA

Han pasado cuatro días desde lo ocurrido, Abramio me dijo que Alec quiso hablar con él y mientras le contó todo el solo se limitó a decirle que esperaría a que los chicos estuviesen en condiciones para tomar una decisión por lo cual prácticamente se quedó de brazos cruzados, se que no debe hacerle mucha gracia a Alec pero debemos meditar bien que pasos dar y cuales no, es jodidamente peligroso tomar una decisión drástica pero sabemos que la alianza entre la familia Prada y los Moretti debe terminar y esta es una buena excusa, si eso pasa Antonio Moretti se verá en la obligación de aceptar la alianza con María y depender de mi.

Fernanda a venido todos estos días aunque hemos hablado de cosas triviales para que Bruno las escuche, aprovechó para hablarme de lo caliente que es Bruno sabiendo que él la estaba escuchando, sé que se han estado mandando mensajes desde que se conocieron en la fiesta pero en general Fernanda es algo reservada con eso, según ella quiere solo tirárselo y yo no entiendo por qué es tan reacia con sus sentimientos pero eso no me incumbe, mientras los tres estén de acuerdo está bien por que sí, Fernanda sabe que Bruno se tira a la amiga de Alec y la amiga de Alec sabe que Bruno no quiere nada serio y lo que tienen no es algo exclusivo asique prefiero no opinar en

Fernanda vino hoy y luego de un tiempo me dice me dice que irá al baño en mi cuarto y sé lo que eso significa, me acuesto en mi cama y cuento mentalmente hasta diez, luego ella sale del baño.

—Listo, congelé la imagen y pausé el audio, estamos libres de Bruno, ¿has hablado con Salvatore?

—Si, me manda mensajes cada día y ...—no alcanzo a terminar cuando mi teléfono suena anunciando una llamada de Salvatore.

—Contesta —pide Fernanda en burlándose.

Suspiro —¿Bueno? —digo.

—Hola preciosa, ¿como estás? —pregunta dando un suspiro soñador.

—He estado mejor, detesto estar aquí encerrada —miento—. ¿Qué tal todo para ti?

—Bien hasta el momento, mi papá llega en dos días, aún no le he dicho nada, no sé cómo convenciste a tu abuelo de que esperara a que yo se lo dijese, pero gracias.

—Te dije que es fácil de manipular, aunque no está feliz, está llevando esto por el camino de la paz solo por mí, pero sabes que habrá consecuencias.

—Lo sé —suspira—. Fui un idiota —admite—. No debí interferir en tus planes y los de papá, pero creo que me nublé, me enceguecí ante el hecho de que Belucci te siga tratando como si fueses de su propiedad.

—No quiero hablar de Alec, por lo menos no ahora.

—Ni ahora ni nunca —masculla—. Oye...

—¿Sí?

—Te extraño —admite—. Me acostumbré a contar con tu fea presencia —bromea—. Y yo que quería que fuéramos a estrenar tu skate juntos...

—Cuando esto se calme, por el momento sabes que es mejor estar aquí, necesito convencer a Abramio y para eso tengo que estar cerca, lo entiendes, ¿cierto?

—Lo hago, pero eso no quita que te extrañe... mucho.

Sonrío —Yo también extraño pasar tiempo contigo, supongo que también se me hizo costumbre aguantar tu aburrida presencia.

—¡Auch!, ¿escuchaste eso?, fue mi corazón rompiéndose —dramatiza—. ¿Extrañas pasar tiempo conmigo solamente?

Suelto una risita —También te extraño a ti.

La traición de Roma | [Roma #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora