》Capítulo 39 amigas.《

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Estar solo no tiene nada que ver con cuantas personas hay alrededor
—Richard Yates.

FRANCESCA

No recuerdo tener silencios incomodos con Fernanda, pero el silencio que hacemos de camino a mi casa es realmente incómodo.

—Si quieres dejar de ser mi amiga te entiendo —dice estacionando frente al edificio—. Todos se alejan cuando ven lo que soy.

—María no se a alejado, esa mujer es como un chicle —bromeo.

—María está igual de jodida, no puede dejarme ni yo a ella, es como una relación toxica, solo nos tenemos la una a la otra.

—¿De qué hablas?, me tienes a mi, no voy a dejarte por ver como te falta un tornillo, ¿quien soy yo para juzgarte? Si miras mi historial vas a encontrarte con una mentirosa, manipuladora, asesina, drogadicta, suicida y traumada, llevo meses intentado conciliar mis sueños pero cada noche tengo jodidas pesadillas, rompo las palmas de mis manos con mis uñas cada vez que me pasa algo malo porque aún me cuesta diferenciar la realidad de las pesadillas, a veces despierto asustada con las manos ensangrentadas, pero otras veces rompo mis palmas y sigo en lo mismo... sigo en la maldita realidad, tampoco estoy bien Fernanda y lo sabes hace meses, aún así te quedaste, pudiste solo ser la sobrina de la aliada de Abramio, pero decidiste ser mi amiga y no voy a abandonarte porque yo también decidí ser tu amiga, no importa si no me quieres como las personas convencionales lo hacen, recibo tus sentimientos a tu manera y en la medida que quieras darlos sean cuales sean, te lo repito, eres mi amiga.

Fernanda me mira atentamente mientras una lagrima se desliza por su mejilla.

—Quizá nunca ame a nadie en lo que me falta de vida, no puedo encadenar a las personas a eso, no puedo obligar al resto a que espere un "quizá, en un futuro" porque puede que nunca me arregle.

—Yo no estoy esperando que te arregles porque no tienes ninguna falla, no hay nada malo en que no quieras amar, si algún día llegas a hacerlo bien, pero si no, igual estará bien, no sentir amor no te hace una mala persona.

—Creo que deberías mandar a la mierda a Alec y a Salvatore y casarte conmigo, serías perfecta para mi —bromea.

—Tú saca cita en el registro y mañana mismo nos casamos, pero con separación de bienes, mi patrimonio es mas grande que el tuyo —me burlo.

—No hay problema, puedo transferirme un dólar de cada habitante y me hago trillonaria.

—Eso suena prometedor...

—Francesca...—comienza dudosa—. Lo que viste —suspira—. A veces soy así, a veces no puedo controlarme, no tengo ninguna enfermedad y si la tengo no quiero saberla, solo que a veces me enojo mucho y se me va la olla, pero yo no te haría daño nunca, tampoco a Katya o a Sebastián, el no me podía mirar a los ojos...

—Sebastián jamás en la vida te va a juzgar, conozco a mi hermano, el es una persona correcta que se vio envuelto en una vida incorrecta, la necesidad de dinero te hace tomar las decisiones equivocadas y él se metió en esta mierda por la paga y ahora no se sale por mi, si lo viste así fue por el hecho de que él no daña a mujeres y niños, todos lo saben, fue lo único que pidió cuando inició en esto antes de que él y yo nos conociéramos, solo estaba incomodo ante la idea de dañar a una chica pero ya se le pasará, nos ayudaste, le sacaste la información a esa psicóloga de mierda, debe agradecer que no moveré un dedo por quitarle la licencia medica.

—El ultimo cuchillo... el que puse en su estomago, era de melamina sin filo, no le haría ningún daño a un bebé.

—Deja de justificarte, ya pasó, así es la vida que tenemos y ya, no me pongas como la blanca paloma y tú el monstruo porque yo si que he torturado a más de una persona y e quitado muchas vidas, así son las cosas y ya.

La traición de Roma | [Roma #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora