》Capítulo 33 los músicos.《

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Ama, no como en las películas, sino de verdad. Como ese amor que es golpeado hasta que sangra, pero aún así persevera. Como ese amor que espera aún cuando parece tonto esperar
—Chelsea Fine.

FRANCESCA

—¡Despierta maldita sea! —el grito me sobresalta y me incorporo en la cama algo desorientada.

Fernanda está a un lado mío en mi cama, pestañeo acostumbrándome a la luz y miro la hora en el despertador.

—Fernanda son las diez de la mañana, vimos películas hasta las seis de la mañana deja de joder —digo cubriéndome con las sabanas hasta la cabeza.

—Ni lo sueñes, sabes que hoy tenemos que ir a comprar los repuestos de mi auto.

Bajo la sabana un poco liberando mis ojos para entrecerrarlos en su dirección, nunca me habló de ningún repuesto y estoy jodida de sueño.

—No me mires así bonita, te dije que hoy llegaban mis repuestos desde el extranjero asique levántate.

¡Carajo! Hoy llega Antonio Moretti de Rusia, ¿cómo lo olvide? Debo hablar con Salvatore, llevo sin hablarle desde su "te quiero"

—Está bien —mascullo—. Ya me paro.

—¿Tienes una toalla que me prestes? Quiero darme una ducha.

—En el baño hay toallas limpias.

Ella se pone de pie y se mete al baño, cuando escucho el agua de la ducha correr me estiro bostezando y me levanto, camino hasta el baño y toco la puerta.

—¿Puedo entrar? —pregunto.

—Si —responde Fernanda.

Entro con la pereza que me caracteriza por las mañanas y consiente de que Fernanda no me ve ni yo a ella, orino, luego lavo mis manos, rostro y dientes, ato mi cabello y salgo del baño, camino nuevamente hasta mi cama y me siento tomando mi teléfono, marco el numero de Salvatore tres veces pero no me contesta, se me hace raro porque nunca he tenido que esperar mas allá del segundo tono para que me conteste, decido dejarle un mensaje avisándole que iré a su casa mas tarde y me dispongo a hacer mi cama, cuando estoy estirando las sabanas la puerta de mi habitación se abre abruptamente dejando ver a Alec, no tengo idea si lo de las mariposas es un mito o es real pero siento algo revolotear en mi estomago, el está aquí y está con su guitarra, Alec no se rindió... no lo hizo, el me ama.

Quiero correr a sus brazos pero pongo una expresión dura en mi rostro y me cruzo de brazos fingiendo molestia.

—Alec, no puedes entrar a mi habitación cuando se te de la ga...

—¡Cállate! —me interrumpe.

Abro mis ojos con asombro, Alec no es de los que grita si no está molesto, luego veo a Bruno entrar con lo que parece ser una muleta o bastón, si por alguien siento no haber llegado antes a ese galpón es por Bruno, Abramio me contó que fue el mas afectado junto a Alec, aún así no puedo demostrarle lo mucho que lo siento, tras el entran los trillizos y siento que esto se está volviendo algo extraño, enarco una ceja y cuando voy a soltar una de mis frases sarcásticas veo que Piero camina hasta el basurero, bota los papeles que habían dentro de este en el suelo y lo voltea rodeándolo con un brazo, Stephano saca un triangulo de metal del bolsillo de su sudadera junto con un pequeño palito del mismo material y Alec comienza tocar la guitarra, inmediatamente quiero reír ante la elección de canción pero no puedo mostrar ninguna expresión,  es I Want it That Way de los Backstreet boys, sé que debería echarlos pero esto es algo que no volveré a ver en mi vida.

La traición de Roma | [Roma #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora