》Capítulo 57 ¿final?《

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Es mejor haber amado y perdido que jamás haber amado
—Lord Alfred Tennyson.


ALEC

Cuando las puertas del ascensor se cerraron me quedé ahí, me quedé durante diez minutos mirándolas, me quedé esperando que volviera, pero no, ella no lo hizo, ella no volvió.

Grité, rompí, golpee y lloré, grité de frustración, rompí de cosas por rabia, golpee las paredes por impotencia y lloré porque la perdí, esta vez si la perdí, ambos nos perdimos.

Me duele mucho, me duele y me seguirá doliendo que no me haya elegido, pero no puedo tener como prioridad a alguien para quien soy una opción, no dudo de su amor, sé que me ama, de no hacerlo jamás hubiese sacrificado tanto por nosotros, pero ella jamás entenderá la inseguridad dentro de mi, a veces cuando la observaba a mi mente venían los recuerdos de ella yéndose con él, la perdoné, pero no lo superé, intenté alejar cada cosa negativa y lo logré, pero por unos días, esperaba que juntos lo superáramos, pero a quien más amas es la persona con más poder para romperte el corazón, eso es lo que ella hizo.

Se fue con él, le hizo una promesa, prometió no dejar al hombre que está enamorado de ella, pero ¿que hay de mi?, nosotros teníamos una promesa más grande. Juro, juro que intenté entenderla, hasta por unos segundos me plantee acompañarla y hacer notar mi presencia, pero esa idea fue fugaz, ¿por qué debería hacerme notar?, era ella quien debía darme mi lugar como su novio, como su futuro esposo, joder, nos íbamos a casar...

Perdonarle esto, perdonarle una cosa más, hubiese sido en vano, puede que volviera conmigo, pero eventualmente siempre regresaría con él, cada vez que él la llamara ella correría y no me merezco eso.

Nadie se imagina el dolor que tengo porque fui yo el que terminó esta relación, nadie sabe cuanto me duele haber dejado a la mujer que amo, nadie... pero me proyecté a futuro, le plantee situaciones cotidianas y en todas y cada una, ella hubiese ido con él.

—¡Joder, Alec! —exclama Bruno—. Llevo cinco minutos haciéndote la misma pregunta, ¿puedes prestarme atención?

—Lo siento —murmuro—. Estaba pensando, ¿que decías?

El suspira —Alec, sé que aún es reciente, solo han pasado tres días desde que Francesca se fue, pero tú lo quisiste así, sabes que ella se arrastraría hasta ti con solo una llamada, deje de sufrir y de hacerla sufrir.

—No se trata de eso Bruno y no quiero hablar de ella.

—Sabes que me caga cuando empiezas con esa mierda de guardarte el dolor y hacerte el fuerte como si nada hubiese pasado, ella va a venir hoy y la vas a ver igual, es la lectura del testamento.

—Ya lo sé, no me jodas.

—No empieces a desquitarte conmigo igual que ayer soy el único que siempre está contigo en todo, si estás en la cima te aplaudo y si caes yo me acomodo para amortiguar tu caída asique tú no me jodas a mi.

Exhalo aire —Tienes razón, lo siento.

—Alec, sé que no es lo que quieres oír, pero fuiste tú quien la dejó, nadie dice que fue sin motivos, en tu lugar yo también la hubiese dejado, pero en el lugar de ella también hubiese salvado la vida de un amigo, tus inseguridades son un tema aparte del sentido común, no te juzgo, pero sabes que puedes arreglarlo con una llamada.

La traición de Roma | [Roma #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora