Soy una mujer que hace lo que tiene que hacer. Soy la mujer en la que me habéis convertido —Don Winslow.
FRANCESCA
Al salir veo a Sebastián y a su padre de espaldas a mi hablando con Fabbian, él al verme pasa entre los dos con una expresión de fastidio y llega hasta mí.
—Francesca, tengo una orden de...
—Buen día —le interrumpo—. También me alegro de verte.
Fabbian me mira algo apenado —Lo siento, buen día Francesca, tengo una orden de allanamiento para el edificio completo y los caballeros insisten en no dejarme entrar hasta que le avisen a alguno de los dueños, así no es el protocolo y no quiero recurrir a la fuerza.
—Tengo ordenes de no dejar entrar ni a Dios a este lugar sin la autorización de un Prada, sufrimos un atentado hace poco y la seguridad es estricta —dice Sebastián llegando hasta nosotros.
—Y yo tengo una orden judicial —suelta Fabbian—. Eso vale más que las ordenes que te hayan dado, de todos modos, dijiste que necesitabas avisarle a algún dueño, aquí está Francesca, voy a entrar.
Suelto una carcajada —Fabbian, tendrían que morir dos generaciones literalmente para que recién fuera dueña de algo... si es que no me desheredan antes —bromeo—. No soy dueña de nada.
—Pero eres una Prada, no tengo tiempo para estupideces, voy a entrar —dice con determinación—. Oficiales —llama la atención del resto de policías que esperan junto a el para inmiscuirse hasta en el ultimo rincón del edificio.
—Fabbian, no entiendo nada —lo tomo del brazo con suavidad para llamar su atención.
Siento su bíceps duro y marcado, el mira mi mano enarcando una ceja y la retiro enseguida sintiéndome algo avergonzada, cuando lo conocí no estaba tan marcado, definitivamente a estado trabajando en eso.
—¿Te has estado ejercitando? —me oigo preguntar.
¿De donde salió eso?, Fabbian vuelve a enarcar una ceja, ¡mierda!, no debí preguntar eso, ni siquiera me importa, ¿por qué estoy nerviosa?, ¡Jesús! Prefería cuando él no me intimidaba, me siento como una estúpida.
—Creo que no es prudente responder a eso —dice en tono formal—. Y estoy con mis colegas —susurra—. Agradecería que me llamaras oficial Berlusconi.
—Berlusconi un carajo Fabbian, pensé que nos llevábamos bien, somos buenos conocidos, ¿no?
—No me agrada la gente que obstruye a la justicia y no es primera vez que lo haces, te pido amablemente que ordenes que abran el portón para entrar por las buenas y sin hacer escandalo.
Frunzo el entrecejo fingiendo indignación —Si estás teniendo un mal día no es mi culpa, podrías hablarme mejor.
El blanquea los ojos —De hecho si es tu culpa, tengo a mis colegas esperando Francesca, esto no es un juego, déjame entrar.
—¿Quieres entrar?, perfecto, pero habla conmigo primero, necesito saber que pasa sin tus monigotes merodeando, concédeme eso, yo no tengo la culpa de nada, hablemos —pido.
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La traición de Roma | [Roma #2]
ActionTres palabras hicieron que Alec volviera a Roma para rencontrarse con su pasado y todo lo que dejó atrás, ahora debe enfrentarse a una cruda realidad, en seis meses todo puede cambiar. LIBRO 2 DE [ROMA] Se necesita leer Ante los ojos de Roma para en...