》Capítulo 35 me eligió.《

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El amor tiene el cuerpo, la amistad el alma —Ramón de Campoamor.

FRANCESCA

El sonido de una llamada entrante me despierta por la mañana, bostezo abriendo mis ojos lentamente y tomo mi teléfono de la mesa de noche, al ver el nombre de Bruno en la pantalla blanqueo los ojos y dejo que le salte al contestador, miro la hora y al ver que es casi medio día me decido por mover mi humanidad de la cama, la pereza me gana últimamente, supongo que puedo culpar al agotamiento mental, no puedo tener ni un día normal, el teléfono vuelve a sonar anunciado una nueva llamada de Bruno, luego de rendirme ante Alec mi papá sugirió que fuera mas dura con los chicos, escuchó su serenata por la mañana pero dijo que decidió no interferir ya que sabía que Fernanda estaba conmigo.

Me voy al baño a realizar mi rutina normal tardando unos minutos, al volver noto que mi celular alumbra la pantalla anunciando doce llamadas perdidas de Bruno y el problema con Bruno es que nunca sabes si hace algo para joderte y atormentarte la vida o porque es algo serio, de todas formas hace mucho no hablo por teléfono con el y no es habitual que me llame, por otra parte talvez me esté llamando por lo que sucedió ayer con Alec... no tengo tiempo de meditarlo ya que su nombre vuelve a aparecer en la pantalla.

—¿Que quieres? —digo fingiendo molestia—. No tengo tiempo para...

—Escúchame bien —interrumpe en tono serio—. Me salvaste la vida, me diste tu jodido chaleco y por eso sigo en este mundo, te debo una grande y solo por eso te diré esto y no volveré a repetirlo, Alec fue a la casa de los Moretti con Stephano esta mañana, iban a esperar que el imbécil de tu amigo saliera por su cuenta y eso es lo que hizo, acaba de avisarme, lo llevan a la carretera solitaria por la ruta cinco, el plan es que cada uno de nosotros se desquite por lo que hizo y la cereza del pastel es Alec reventándole los sesos con su arma, Mateo y Piero están a diez minutos del lugar y yo fingí retrasarme porque olvidé mi muleta y me cuesta manejar, no lo van a matar antes de que yo llegue y eso sucederá en veinte minutos pero por mientras créeme que no la está pasando bonito, tú ves que haces con la información, yo solo te devuelvo un favor, te amo Francesca, realmente te amo sin importar tu enojo y tu actitud de mierda pero no me pidas ayuda en esto, no me pidas que escoja entre tú y Alec porque sabes cual es la respuesta.

El cuelga la llamada y yo me quedo ahí, como idiota procesando sus palabras... ¡mierda!, marco el numero de Sebastián y el al tercer tono contesta.

—Bueno —responde.

—¿Donde estás? —pregunto apresurada.

—En el edificio con papá corrigiendo el itinerario de...

—Alista la camioneta —interrumpo—. Llama a Fernanda y dile que escuche la ultima llamada que me hizo Bruno.

Cuelgo y corro hasta el vestidor, tomo mis zapatillas de deporte, unos shorts y la primera sudadera a la vista, con todo en la mano corro en piyama hasta el ascensor, presiono el botón repetidas veces como si eso lo apresurara, cuando llega me meto dentro y repito la acción del botón, siento que nunca había funcionado tan lento, quizá es por mi desesperación, al llegar al primer piso las puertas no terminan de abrirse cuando salgo de el corriendo, algunos guardaespaldas me miran con atención pero yo solo corro hasta la camioneta que usa Sebastián, supongo que ver a una Prada en piyama corriendo como loca no es algo que se vea todos los días, entro al auto de Sebastián y el pisa el acelerador saliendo del edificio a toda velocidad ya que el portón eléctrico se encontraba abierto.

—Ya llamé a Fernanda, me compartió la llamada, dice que va para allá, lo mas probable es que llegue antes porque su casa está retirada de la ciudad y queda mas cerca de la carretera, dijo que iría en su moto y si la cosa se pone muy fea va a intervenir.

La traición de Roma | [Roma #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora