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Esperaba que después de todo lo que había sucedido las cosas al menos resultaran de manera decente. 

La Mansión Rosier tenía unos jardines hermosos; llenos de rosas rojas y blancas. Según mi madre aquellos eran el color del poder y de la elegancia, supuestamente todo lo que caracterizaba a nuestra familia.

Como si tuviésemos una. 

Un montón de magos se habían dispuesto en el jardín de la casa, todos del Diario El Profeta; Rita Skeeter fue la primera en llegar a cubrir la noticia del año, la casa se había convertido prácticamente en un set de fotografías que sería donde tomarían las instantáneas que mañana ya estarían publicadas por todo el Londres mágico y el mundo.  

Donde se contaría la mentira de la reconciliación de Perséfone y Gaspar; quienes jamás habían podido olvidarse y ahora su matrimonio tenía fecha definitiva.

Que gran farsa.

Observé el ventanal de mi habitación hacia donde todos se dirigían; no era normal que no me sintiera triste por aquello. En mi interior no había nada; no existía ninguna de las emociones que en algún momento me permití sentir; que en alguna instancia experimenté, que llegué a vivir. Lo único que ahora existía era una inercia abismal; no dejaría que las dudas entraran en mi cerebro, no concedería que algo me limitara, iba a permanecer bajo mis instintos y eso conllevaría a que existiera la posibilidad de vivir.

Alguien golpeó a mi puerta; conocía ese particular golpeteo. 

—¿Puedo?

Si Félix supiera tan sólo lo que estaba sucediendo; se sentiría culpable, terriblemente culpable. 

No obstante decidí que nadie aparte de mí y de Avery sabrían los verdaderos motivos de nuestra unión. 

Asentí para dejarle pasar; su actitud sombría y desesperada no podía hacerme tambalear; no si pretendía parecer desinteresada ante el caos que estaba a punto de desatarse. 

—¿Por qué haces esto Sefi? ¿Por qué estás a punto de casarte con un hombre que odias?—señaló— No pretendas hacerme creer todo este falso romance o una falsa reconciliación pues  tú tampoco la crees— me acusó— Sé que odias a Gaspar, sé que lo odias más que a todos en el planeta ¿Y ahora te casarás con él?

No flaquees, Perséfone; no flaquees Perséfone.

Aclaré mi garganta y le observé con confianza, él debía creerme si quería que esto no se fuera al carajo. 

—Pues no tengo opciones, Félix— rebatí— Gaspar es el único pretendiente que mi padre aceptará para que me case.

—¿Y eso de cuando te ha importado? No mientas Sefi, porfavor que eres pésima haciéndolo.

—¿Quieres que me quede pudriéndome de por vida aquí en casa? —le recriminé abusando de la manipulación emocional para desviar la atención del momento— Tú eres hombre, puedes ir a donde se te ocurra y donde se te plazca; en cambio la única manera que tengo para hacer lo que realmente quiero es casándome con el mal nacido de Avery, hasta ahora en estas estúpidas familias las mujeres para lo único que somos buenas es para parir y si estamos acompañadas de un hombre no valemos. 

Él tragó saliva y desvió la mirada porque sabía que tenía razón en lo que decía. 

—¿Pero él? Estoy seguro que muchas personas querrían ser tu esposo; eres una chica increíble, aunque seas una irritante y a veces mala persona, sé que muchos quisieran estar contigo, conocerte y darte el lugar que mereces— habló, consiguiendo que mi corazón se quebrara un poco— Muchos quisieran amarte, Sefi; mereces amor igual que todas las personas en la Tierra.

𝐓𝐇𝐄 𝐈𝐂𝐄 𝐐𝐔𝐄𝐄𝐍¹ «𝐍𝐎 𝐒𝐀𝐁𝐄𝐒 𝐌𝐄𝐍𝐓𝐈𝐑» [G.Weasley/V.Krum] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora