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Que fácil era coquetear con el mal, con el peligro e incluso con la muerte.

Quiénes actúan bien por lo general sufren y eso transforma a cualquiera. Provocando que comiencen a ir por el camino del mal.

Los malos no siempre tienen consecuencias.

¿Pero qué pasa cuando el mal es el único que puede causarte un bien propio?

¿Qué sucede cuando ya no quedan sentimientos buenos para el mundo y lo único que puedes entregar es maldad para estar bien contigo mismo?

Siempre he creído que es más importante lo que yo piense sobre mi misma, que lo que piensen los demás. Pero cuando me veía en una realidad exasperante, decidiría por mí ante cualquier situación.

¿Cuando muriera qué sucedería conmigo? ¿Existe el alma inmortal en la que creen los muggles? ¿O sólo nos quedamos vagando en el limbo para siempre?

Ese día en particular estaba más reflexiva que de costumbre. La vida era compleja, todos los días te hace enfrentar situaciones para las que generalmente no estamos preparados, tomamos decisiones que pueden condenar nuestra existencia para el resto de nuestro tiempo sobre la tierra.

Suspiré al notar que el sol ya se estaba colocando en el horizonte. Estaba anocheciendo.

Había llegado la hora.

Aquella tarde me preocupé de alistarme de forma adecuada, con un vestido que caía sobre mis caderas y recogí mi cabello en una coleta alta.

Sin duda era una ocasión especial. Un día para recordar.

Me preocupé de afinar desde el más mínimo detalle, hasta las cosas visibles. Me dediqué a preparar la cena desde temprano, hace tiempo que no cocinaba absolutamente nada cuando me gustaba mucho hacerlo. Jamás pude hacerlo como quería puesto que en casa no se me permitía, ahora con el tiempo libre rebasando mi rutina, me podía dar esos lujos.

Lo único bueno de haber llegado donde los Avery, fue que no se preocupaban ni un poco de lo que hiciera con mi día o mis cosas; a diferencia de mis padres que querían saber hasta cuál era el aire que respiraba.

—¿Tiene todo lo que necesita, Ama? —me preguntó Nimby al verme comenzar con mi ritual.

—Sí, necesito que me dejes a solas—señalé y al ver que su cara empezaba a poner una mueca disgustada, me agaché para quedar a su altura—Hey, sabes que estaré bien ¿Cuántas cosas no he sobrevivido ya? Tengo más vidas que un gato.

Ella frunció el ceño y suspiró, sabía que frente a una de mis peticiones no podía decirme que no.

—Ya verás que pronto todo esto habrá pasado, sin tí no podría hacer nada.

—Siempre va a preocuparme, siempre me preocuparé por usted.

— Estaremos juntas, a donde vaya te voy a llevar conmigo, eres la única familia que ahora tengo —susurré y ella comenzó a llorar en silencio— ¿Qué te parece si te libero y comienzo a darte una paga?

Volvió a contraer su rostro y sonrió mientras sorbeteaba su nariz mojada.

—No me ofenda por favor, ya con lo que me dice es más que una paga.

—Entonces por favor, debes irte. Antes de que llegue Gaspar —le indiqué —Estaré bien, te lo prometo.

Fruncí los labios al notar que estaba sola en la Mansión. Si esto no resultaba como lo venía planeando hace tiempo, probablemente sería el último día que estuviera con vida, y si lograba zafarme tendría que huir y alejarme de todo lo que conocía, con posibles consecuencias para quienes habían estado ayudandome.

𝐓𝐇𝐄 𝐈𝐂𝐄 𝐐𝐔𝐄𝐄𝐍¹ «𝐍𝐎 𝐒𝐀𝐁𝐄𝐒 𝐌𝐄𝐍𝐓𝐈𝐑» [G.Weasley/V.Krum] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora