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...« Tenía la capa puesta sobre la cabeza pero sentía que el viento azotaba mi cara con fuerza. Bulgaria gozaba de muchos parajes preciosos pero ya era hora de dejarlos ir. Suspiré y me concentré en los ojos oscuros de Viktor que me observaba con tranquilidad, sin embargo había algo en su mirada que estaba logrando que prácticamente me echara a llorar como una niña.

No quería volver a Londres, no quería volver a casa, no obstante la marca tenebrosa que tenía en mi antebrazo había estado vibrando y quemando más de lo normal. Sabía que era una advertencia y no tenía que desatenderla si no quería tener consecuencias desfavorables; ya tenía en mente lo que iba a decir, lo que iba a contarle a Lord Voldemort cuando me interrogara a causa de mi prolongada ausencia.

Era con la única persona que me interesaba mantener la paz. Los demás eran parte del mismo juego que todos teníamos en función de mantenernos con vida.

—¿De verdad es necesario que te vayas? —preguntó nuevamente, logrando que mi firmeza flaqueara.

—Debo hacerlo, no puedo quedarme más tiempo; si no lo hago él vendrá aquí.

—No le temo al señor tenebroso.

—Lo sé, pero no es mi idea arrastrarte a nada que no te implique directamente.

Viktor era bueno, no entendería mis ansias de venganza, de resentimiento y de ira en contra de mi familia, del que era mi esposo, del que era mi padre, de los que habían sido responsables de la muerte de mi hermano. No comprendería la oscuridad que jamás podría quitar de mi alma, solamente yo entendía lo rota que estaba y la sed que tenía por verlos sufrir.

—Sabes que voy a estar bien, me ayudaste a rearmarme.

—Puedes quedarte aquí y ser feliz— susurró mientras acarició mi mejilla de forma suplicante.

Mierda, si me quedaba un momento más me haría flaquear.

—Según yo, aún no soy merecedora de esa felicidad —respondí dejando besos en su mejilla—, pero voy a esperar a serlo cuando vuelva a estar junto a tí.

Su aroma varonil inundó mis fosas nasales, logrando que me regodeara en los recuerdos que la fragancia despertaba en mí. Me apegué a su cuerpo y él me envolvió con sus brazos rápidamente.

Nos volveríamos a ver, de eso estaba segura. Buscaría la forma y las circunstancias de que eso sucediera tarde o temprano, en cualquier parte del mundo, yo volvería a ver a Viktor.

Sus manos cogieron mi cara, como si sus dedos quisieran captar todos los detalles de mi piel con la memoria táctil. Disfruté de su cálido roce, pues sabía que lo extrañaría de forma inimaginable una vez que estuviera nuevamente en la fría Mansión Avery, al lado de las víboras que allí yacían.

—Perséfone, sé que no puedo pedirte nada; no tengo el derecho de hacerlo—murmuró —, sin embargo quiero tomarme aquel atrevimiento.

—¿Qué clase de petición sería? —sonreí de medio lado mientras besaba su barbilla.

Se alejó para verme directo a los ojos, por lo que supuse que era serio. Había aprendido a leerle, a ver entre líneas, a descifrar su lenguaje no verbal que siempre decía más que cualquier otro. Veía a través de sus ojos como el veía a través de los míos. Sentía el latir de su corazón y cómo se agitaba cuando estaba nervioso o ansioso por algo, reconocía los gestos cuando algo le desagradaba y cómo irradiaba luz su mirada cuando algo lo hacía completamente feliz. Así como también él parecía saber todo sobre mí.

𝐓𝐇𝐄 𝐈𝐂𝐄 𝐐𝐔𝐄𝐄𝐍¹ «𝐍𝐎 𝐒𝐀𝐁𝐄𝐒 𝐌𝐄𝐍𝐓𝐈𝐑» [G.Weasley/V.Krum] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora