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Nunca me consideré un ser humano que era querido, ni por su familia, ni por sus cercanos, ni por nadie en particular. Por eso me sorprendió que hubieran tantas personas allí en San Mungo; cabizbajas, hipando y con los ojos hinchados.

Bueno, no en San Mungo como tal.

En la morgue.

Era extraña la sensación de sentir pero no hacerlo verdaderamente, de estar pero no de forma física, de ver pero en la lejanía; ajena a todo, sin que ellos me vieran, sin que se dieran cuenta que podía ser consciente de su sufrimiento.

Me senté en las escaleras sentada lejos de todos, mirando desde fuera porque el espectro en el que me había convertido o lo que fuera no estaba preparada para estar cerca de mi esposo que sufría. Me sentía echa un ovillo y me mecía debido a la ansiedad.

Era ilógico que siguiera aferrándome a la idea de sentir, pues ya no debía.. . ya no podía, no existía verdaderamente.

Desde lejos podía ver el rostro demacrado de Daphne, estaba abrazada al pecho de Pietro que no sabía cómo dividirse entre su prometida y su mejor amigo. Fleur estaba junto a Florence, ambas habían estado en la batalla y se abrazaban a medida que observaba sus cuerpos temblar y Viktor.

Merlín cómo dolía, cómo dolía verle sentado solo, apartado de todos los demás; con la mirada perdida y los ojos enrojecidos. Él me había cargado hasta el gran comedor entre los escombros y la insistencia de los aurores que habían reiterado que debían ser ellos quienes me trasladarían.

No, él no permitió que ninguno de ellos le arrebatara su último momento y las únicas palabras que había dicho fueron en contra de Ethan.

—«Déjenme estar con mi esposa al menos ahora, ustedes hagan su maldito trabajo y busquen al hijo de puta de Rosier, porque si no lo protegen en Azkaban, tendrán que deportarlo, pues le mataré apenas tenga su maldita cara frente a mí»

Tuvo que entregarme en una camilla y ver cómo una enfermera cubrió hasta la cabeza mi cuerpo inmóvil, toleró cuando tuvo que soltar mi mano, que a esas alturas ya estaba comenzando a helarse y a ponerse rígida.

¿Cómo podía evitar que él siguiera sufriendo? ¿Había alguna manera para detener el dolor que sentía?

No, ya lo había destruido en todos los sentidos, en todas las maneras posibles, habidas y por haber. Esta era la más dolorosa de ellas y allí estaba yo, sin saber cómo llegar a él, sin si quiera poder acercarme por la culpa insesante que embargaba mi fantasmal presencia.

¿Ese sería mi castigo?

¿Vagar por la tierra de forma insesante debido a mis malas acciones?¿Ver y ser consciente del sufrimiento del hombre que amaba y percibir cómo se consumía desde el día de hoy?

Mis pensamientos fueron interrumpidos debido a la presencia de una cabellera pelirroja que entró en el círculo que había fuera de la sala donde aguardaban a por noticias de los médicos. Bill Weasley había ido en busca de su esposa quien yacía junto a mis amigas en ese momento.

Fleur le abrazó y este rompió a llorar también.

¿Qué había sucedido?

¿Por qué estaban los Weasley allí? ¿Acaso alguno de ellos. . . ?

De forma inmediata observé a ver si divisaba  a alguno de ellos, pero no. Hubiera iniciado una búsqueda en profundidad pero divisé a unos metros más allá a George, quien observaba de forma inexpresiva a donde nosotros estábamos había algo en él, su semblante era igual al de Viktor.

𝐓𝐇𝐄 𝐈𝐂𝐄 𝐐𝐔𝐄𝐄𝐍¹ «𝐍𝐎 𝐒𝐀𝐁𝐄𝐒 𝐌𝐄𝐍𝐓𝐈𝐑» [G.Weasley/V.Krum] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora