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— ¿No es posible que dejen de pelear por un sólo momento? — McGonagall se paseaba por su despacho mientras nos regañaba.  — Ya tienen edad suficiente para ser unos jóvenes sensatos, no les pido que sean amigos, solamente que por lo menos, se ignoren. — suspiró enojada.

Tenía razón, durante todos los años que llevábamos en Hogwarts nosotros nos habíamos tratado de lo peor, quizás no desde primero y segundo, pero ya en tercero comenzamos a odiarnos de manera más intensa.

George Weasley y yo, eramos demasiado diferentes, en todo. La única semenjanza que conpartíamos era el color de nuestro cabello, además de ser de sangre pura, cosa que a él y a su familia no se le notaba para nada.

— Ella estaba molestando a Granger. — me acusó cuando Minerva esperó nuestra explicación. — La trató de sangre sucia y eso no lo toleraré, nadie debería hacerlo.

Minerva se volvió de golpe hacia mí y yo rodé los ojos.

— Sabes perfectamente que esos términos no son adecuados Rosier. — me observó con severidad. — Que seas de sangre pura no te hace superior, esa es una ridiculez.

Antes de que pudiera rebatir o defenderme entró el jefe de mi casa Severus Snape, quien me fulminó con la mirada, ya que claramente esta pelea me llevaría a perder puntos de Slytherin. A su lado estaba Argus Filch, lo más probable es que ese viejo loco se las ingeniaría para que no durmieramos en toda la noche.

— Bueno Weasley, Rosier. — dijo Snape aclarándose la garganta. — Tendremos que notificar a sus padres de este incidente, no es posible que sus niñerías acaben con la vajilla de la escuela.

— Por cierto, también tengan claro que están castigados durante una semana y — dijo como si no lo supiera —perdieron puntos para sus respectivas casas. —agregó Minerva.

Intenté protestar.
— Profesora...

—Calla, Rosier.— me frenó Severus y observó al señor Filch . — Señor Filch , tendrá que escoltar a estos dos a las cocinas de Hogwarts.

Maldita sea, por Merlín, tendríamos que estar junto a los elfos domésticos, estar cerca de esas alimañas era totalmente asqueroso para mí, incluso más que estar cerca de Granger.

— Tendrán que fregar la vajilla que se use durante la cena. — murmuró Severus, observándome fijamente a mí en específico . — Sin magia. — recalcó.

— ¿Qué? — cuestioné exaltada, eso no era posible. — No terminaremos nunca de hacer eso.

— ¿Acaso a la reina del hielo se le caerá la corona por fregar un plato? — me molestó Weasley. — ¡Oh, lo más probable es que no lo sepas!

— No acostumbro a hacerlo, ni que me pareciera a tu madre. — le rebatí.

— ¡Eres una maldita! — me gritó haciendo ademán de tirarseme encima.

— ¡Basta ya! ¿Qué acaso ustedes no entienden? — Minerva nos gritó enojada. — ¡Salgan de aquí! ¡Directo a las cocinas!

Weasley fue el primero en salir de la oficina, seguido por mí y el celador. Suspiré, ya que esta sería una larga noche de trabajo, así como todas las noches durante una semana. Yo estaba muriendo de sueño, pero la verdad es que ver la cara de la sangre sucia y la de su tropa de amigos al insultarla, valía el castigo. Ellos no deberían de ser admitidos, manchaban la magia con su sangre impura.

— Dense prisa, no tengo toda la noche para encargarme de ustedes. — nos regañó Filch, Weasley no dijo nada y apuró el paso, yo mantuve mi caminata, nadie me daba órdenes y menos un squib.

𝐓𝐇𝐄 𝐈𝐂𝐄 𝐐𝐔𝐄𝐄𝐍¹ «𝐍𝐎 𝐒𝐀𝐁𝐄𝐒 𝐌𝐄𝐍𝐓𝐈𝐑» [G.Weasley/V.Krum] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora