|53|

465 63 64
                                    

Cuatro meses después.

Observé la manera en que los elfos domésticos se movían de un lado a otro en la planta baja. Unos llevaban manteles, otros hacían levitar floreros, otros estaban disponiendo velas y otros un sin fin de lucesillas en el lado de la pérgola del jardín.

No había dormido en toda la noche y tenía unas ojeras terribles, moradas, profundas; parecía un cadáver.

¿Sería muy trágico que me lanzará desde aquí y muriera antes de decir aquel maldito sí? 

Porque las manecillas del reloj habían jugado en mi contra y el calendario había avanzado con una rapidez que fue inevitable detener. La noche anterior había sido tan sólo un pestañeo y las estrellas habían dejado el cielo de manera fugaz; cuando los pájaros comenzaron a cantar, estaba mirando el techo pensando en todo lo que sucedería a partir de hoy; pero hacerlo para mantener a salvo a personas que me importaban era algo con lo que podría vivir. 

Sentí pasos afuera de mi puerta y comprendí que ya estaban intentando saber si es que estaba despierta o no, cogí mi varita de la mesita de noche y con un suave movimiento abrí la puerta; dejando al descubierto a mi madre.

—¿Cómo estás?—saludó tratando sonar agradable.

—Bien—respondí de manera escueta—¿Qué quieres?

—Venía a preguntarte si es que quieres que te traigan ya tu desayuno—ofreció—Dentro de unas horas llegará la diseñadora con el vestido y el estilista con el maquillador— comentó como si fueran las maravillas del mundo. 

—Está bien, dile a Nimby que lo traiga.

Se quedó parada unos momentos en la puerta observándome como si quisiera hacerle mención a la situación o a algo de mi vida.

—¿Qué esperas? Porque si quieres darme una charla sobre el matrimonio y cómo actuar en este créeme que no es necesario porque ya lo sé, puedes ahorrarlo y también el discurso de madre preocupada pues no te queda, creí que ya lo habíamos hablado.

Se alejó sin decir nada, dejándome hundir tranquilamente en mi miseria. Jamás me había sentido como una víctima pues sabía que no lo era; nunca me comporté como una a pesar que desde niña había sufrido del maltrato de Ethan, no había vivido una infancia feliz que recuerde; estuvo llena de reglas y de presiones. No me acuerdo haber estado contenta en algún cumpleaños o que en alguna ocasión mi madre se preocupara realmente por lo que me sucedía. El acontecimiento que se viviría a continuación era el resultado de años en los que todo estuvo mal cuando creí que era como debían pasar las cosas.

Nimby golpeó y respondí desde adentro para que pudiera ingresar, abrió la puerta y traía una bandeja en el aire, me percaté que traía café negro, queque marmoleado, tostadas con avocado y jugo de fresas; todas las cosas que me gustaban. 

—Su desayuno, Ama— dejó la bandeja sobre mi cama e hizo una reverencia para después comenzar a alejar. 

—¿Por qué te vas?¿Acaso estás molesta conmigo? —le interrogué logrando que sus amplios ojos se comenzaran a escabullir de mí —Sé que no estás de acuerdo con lo que hago y el que no sepas nada también hace crecer tu angustia; pero no deberías sentirte así, no deberías sentirte mal por alguien que ha sido una mala persona toda su vida— repliqué.

Ella frunció los labios y sus orejas se movieron con algo de tristeza; la conocía bastante y sabía que no sería capaz de criticarme por algo; ella no sería capaz de decirme que me estaba equivocando pero no tenía que ser muy inteligente para saber lo que gritaban sus pensamientos.

—Nimby no podría enojarse jamás con la Ama; eso no está permitido para Nimby—señaló— Pero Nimby está sumamente triste por su Ama, sabe que ella va a sufrir en casa de los señores Avery y aunque no debe decirlo Nimby siente que ella no debería casarse con el señor Gaspar.

𝐓𝐇𝐄 𝐈𝐂𝐄 𝐐𝐔𝐄𝐄𝐍¹ «𝐍𝐎 𝐒𝐀𝐁𝐄𝐒 𝐌𝐄𝐍𝐓𝐈𝐑» [G.Weasley/V.Krum] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora