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—¡Cómo te atreves a desaparecer así!

El grito que vociferó Ethan al verme aparecer en la Mansión Malfoy me provocó un dolor de cabeza inmediato. No era posible que fuera tan inepto.

—¡Ha pasado un mes, Perséfone! ¿Dónde estabas? ¿Eres consciente de lo que significa que no atiendas al llamado del señor tenebroso cuando este lo solicita?

Mierda, siempre el mismo tema.

Había estado inubicable durante un mes y ahora ya era hora de volver a la realidad. No todo podía ser tan fácil.

Él ha estado preguntando por tí, Gaspar no lo ha pasado bien por esa situación.

Saqué mi varita y de inmediato le lancé un hechizo silenciador. Apenas llegaba y me agobiaban por situaciones tan simples como complacer a Lord Voldemort.

—Me aburres —le dije al momento que comenzó a manotear para que le devolviera la voz— Todos ustedes son una bola de idiotas que no saben lo que hacen, a mí no me incluyas en tu tropa de payasos, Ethan —concluí —Además ¿Qué te hace pensar en que me importa lo que suceda con Avery?

Avancé dejándole con su boca cerrada –literalmente– y aparecí en el comedor, donde todos estaban sentados en silencio. Severus Snape estaba hablando a cerca de la localización de Harry Potter y cuando sería cambiado a la casa de seguridad donde supuestamente estaría ahora.

Un cuerpo estaba flotando sobre las cabezas de los mortífagos y pude notar que era la profesora de ciencias muggles. Desvié la mirada pues sabía lo que pasaría con ella al notar que Nagini se paseaba reptando entre los pies de todos los asistentes.

—Veo que ha retornado a nuestra familia una independiente colaboradora— mencionó Lord Voldemort al verme de pie en el marco de la puerta principal —Querida Perséfone ¿Nos extrañaste? Pensé que no te unirías a nosotros nunca más, ya estaba pensando en la forma de llegar a tí, puesto que no respondías a mis señales.

Caminé y mis tacones resonaron en el piso oscuro de la casa de mi primo. No me dediqué a observar lo asustado que estaba Draco o lo demacrado que estaba Lucius. Me interesaba poder comentar las novedades que tenía en ese momento.

—Mi señor— siseé— Perdone mi total falta de juicio por el hecho de desaparecer, sin embargo creí que fue prudente obtener la información necesaria antes de volver con datos que no nos llevarían a nada— mencioné —Si me permite puedo comentarle lo que sé y lo que he traído.

El hombre se puso de pie y me observó atentamente. Me escrutó con sus ojos de serpiente y noté el fastidio en su cara. Quería castigarme o algo parecido, lo más probable es que no tenía lo que quería en ese momento y necesitaba de un chivo expiatorio que probablemente sería yo.

—Habla— me ordenó —¿Conseguiste lo que te pedí? Porque si no es así no tenías porqué haberte molestado en regresar.

Él no perdonaba errores, nadie pasaba por su filtro dos veces puesto que no existían las segundas oportunidades bajo su jurisdicción.

Saqué de entre mis ropas y capa un montón de papeles amarillentos que pertenecían al ministerio de magia. Además tenían información clasificada sobre algunos personajes interesantes de los que sabía que él necesitaba información sobre su paradero.

—Hay que hacer un ataque sin precedentes —susurré mirando hacia el suelo. Sabía que a él no se le podía observar cuando estaba así de molesto —Existe la oportunidad de una emboscada el día primero del otro mes, el ministerio está en decadencia pues todos se han vuelto contra todos, nadie peleará, nadie pondrá objeción— señalé— Los funcionarios tienen miedo, no pueden colocar resistencia frente a eso, el miedo les tiene paralizados y no defenderán al ministro, es su oportunidad de tomarlo por completo y dejar de estar en la clandestinidad.

𝐓𝐇𝐄 𝐈𝐂𝐄 𝐐𝐔𝐄𝐄𝐍¹ «𝐍𝐎 𝐒𝐀𝐁𝐄𝐒 𝐌𝐄𝐍𝐓𝐈𝐑» [G.Weasley/V.Krum] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora