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¿Todo resultaría como en mi mente se veía?

¿O cuándo menos lo esperaba terminaría por reventarme en la casa?

Aquel día me vestí de negro, como si de cierta manera estuviera vaticinando un trágico final. Ese día no parecía ser importante, parecía ser un día más, igual de rutinario que el anterior,  idéntico a todos desde que había sido expulsada de Hogwarts.

En este momento estaban saliendo a la luz los miles de ejemplares del Diario El Profeta que habían cubierto la importante novedad, la solemne noticia de mi próximo, inminente y tortuoso matrimonio.

Empecé a imaginar las caras de cada una de las personas que me conocían y que de una y otra forma me tenían aprecio. Las caras de quienes me detestaban, el rostro de quienes me deseaban desdicha, las facciones de quienes me habían prometido ayudarme.

No quería pensar en George al leer el periódico esta mañana.

Ya le había dejado ir desde el momento en que acepté el pacto con Avery.

Y era una egoísta pues tampoco quería pensar en Viktor.

Viktor, hace mucho tiempo que había decidido salir poco a poco de su vida. Dejarle espacio para que supiera que estar cerca mío no era bueno y la única forma de conseguirlo había sido dejando un silencio eterno entre nosotros, nada de cartas, nada de recados, absolutamente nada.

Una agónica indiferencia de un lado y del otro.

Con George fue más simple, tuve una especie de despedida; era mejor que se quedara en la ignorancia, probablemente no lo leyera; siempre comentó que en su familia no leían esa editorial porque sentían que eran amarillistas y sensacionalistas, que les gustaba sembrar el pánico. Si todo empezaba a salir de mi lado no lo vería y todo quedaría en el recuerdo.

Desaparecería, desaparecería de su vida tal como debería haberlo hecho desde que iniciamos a acercarnos. Pues siendo totalmente honestos ¿Qué podíamos esperar el uno del otro?

Vivir en una insesante tormenta que no tendría calma, que no tendría sol ni arcoíris. Probablemente los caminos que en algún momento nos unieron se irían bifurcando hasta dejarnos separados, eso siempre sucedía. Era obra de la vida y con una guerra inminente encima de nuestras cabezas no había espacio para pensar en el romanticismo y en cosas tan tontas como el amor.

Trataba de repetir esos pensamientos a diario. Intentaba mantenerme fría y ajena a todo tipo de emoción. No obstante apenas dejé que los sentimientos tuvieran lugar en mí cometí un grave error. Me sentía angustiada y ansiosa la mayoría del tiempo pensando en todo lo que venía por delante, pensando en quienes saldrían a flote en este camino incesante de destrucción y de sinuosa soledad.

Ahora miraba hacia atrás y recordaba la persona que solía ser, aquella bruja a la que no le importaba nadie ni nada de lo que sucedía a su alrededor. Pensé en cómo fueron cambiando las cosas, en como el traidor a la sangre que odiaba empezó a acercarse y cuando lo noté ya estaba besándome sin que opusiera resistencia. Recordé como Viktor había provocado que conociera partes de mí que no sabía si quiera que existían, que evitaba que sintieran.

Sí, el amor te volvía débil.

Confiar era la base del caos.

Y que todos aquellos sentimientos terminan llevándote a hacer cosas estúpidas que ponen en riesgo tu vida.

Oh Salazar, que decepcionado debes estar de mí.

¿Qué me quedaba ahora aparte de continuar con eso que ya había iniciado?

𝐓𝐇𝐄 𝐈𝐂𝐄 𝐐𝐔𝐄𝐄𝐍¹ «𝐍𝐎 𝐒𝐀𝐁𝐄𝐒 𝐌𝐄𝐍𝐓𝐈𝐑» [G.Weasley/V.Krum] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora