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Pude ver cómo George iba alejándose, como sus pasos se perdían entre las demás sepulturas y estaba concentrada en ello hasta que una voz masculina me sacó de mis pensamientos. 

—Señorita Rosier— me volví, puesto que hace ya varios días no me dirigían la palabra—, perdóneme había olvidado que ahora sí cambió su apellido de soltera, señora Krum, Perséfone. 

—¿Profesor Dumbledore? ¿Usted? ¿Dónde estamos? Puedo tener la certeza de que no es el cielo. 

—Esto es lo que se conoce como el puente, Perséfone. 

—¿Y por qué está usted aquí, profesor? ¿Es una especie de guía para quienes conoce?

—Pues creo que al igual que tú, me he quedado con algunas cosas pendientes por hacer y debido a eso no he podido ir hasta el final de mi viaje— acotó—, no obstante creo que el hecho de que no puedas trascender es porque hay algo que te ata a la vida terrenal ¿no es así?

Albus Dumbledore era sin duda el mago más astuto y perceptivo que había conocido en mi vida y este extraño encuentro lo corroboraba. Seguramente él sabía todo lo que ocurriría de aquí en adelante incluso antes de que pudiera pensar en cómo sería la vida para todos los demás. Evidentemente conocía todo lo que yo había planeado y urdido antes de terminar aquí, por eso estaba haciendo alusión a aquello.

— Pues algo así— contesté sin dar mayor información, que estuviera muerta no quería decir que revelaría todos mis secretos a un anciano que también lo estaba—, no pensé en volver a verlo, para serle muy honesta; creo que jamás le agradé, ni a usted ni al resto de los profesores. 

La expresión atribulada del anciano me sorprendió, él siempre parecía imperturbable. 

—¿Por qué no habrías de agradarme? 

—Pues siempre estuve contra los ideales que tenía, soy buena percibiendo quienes me rechazaban. 

—Encuentro que eras una jovencita con una mente hábil, dispuesta a hacer muchas cosas que no habría echo; o quizás sí, si hubiera seguido codeándome con personas capaces de hacerlas— reflexionó—. No digo que aquello sea malo, sólo tenemos puntos de vista y de comparación muy diversos con respecto a lo que estamos dispuestos a hacer y a lo que no tranzaríamos.

—¿Por qué está aquí, conmigo? —No era común que él frecuentara personas como yo, aunque quisiera negarlo, por eso insistí en la pregunta.

—Pues porque me gustaría ayudarte, siento que si lo hubiera hecho antes no tendrías que pasar por esto ahora.

Sonreí de forma irónica, no entendía la naturaleza de los héroes, siempre queriendo salvar al mundo del mal, cuando aquello era imposible. Albus Dumbledore no tenía cómo salvarme de mi propio destino a menos de que tuviera poder sobre la muerte.

—No quiero ofenderlo profesor, pero no sé cómo podría ayudarme ahora. Creo que sabe perfectamente que estoy muerta, y no hay manera de que eso vaya a revertirse.

Él me observó y entrecerró sus ojos, su aspecto seguía siendo el del hombre astuto que conocí en la escuela. Él siempre me pareció el hombre más inteligente que haya conocido, más que cualquiera, no obstante eso lo llevaba a ser soberbio.

—Antes de que murieras te encargaste de eso, debo admitir que fuiste muy inteligente y arriesgada—señaló —, y si bien ante cualquier situación como esa me negaría en rotundo y mencionaría los riesgos inminentes que se corren por tus actos realizados. Esta vez estoy de tu lado y te animaría a no perder la esperanza, estoy seguro de que el joven Krum encontrará la manera, y tú deberías ayudarlo con aquello.

𝐓𝐇𝐄 𝐈𝐂𝐄 𝐐𝐔𝐄𝐄𝐍¹ «𝐍𝐎 𝐒𝐀𝐁𝐄𝐒 𝐌𝐄𝐍𝐓𝐈𝐑» [G.Weasley/V.Krum] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora