|21|

1K 128 31
                                    

La última prueba había tenido que postergarse debido a un inexplicable frente de mal tiempo que había surgido. Era extraño el hecho de que se suspendiera debido a que en Hogwarts jamás se cancelaba nada, podía estarse acabando el mundo y el campeonato de Quidditch no iba a cancelarse, eso daba a entender lo realmente peligrosa que sería la última prueba del torneo.

En cuanto a mí, todo seguía dando vueltas.

No era capaz de ser racional con la situación  que había vivido con George y no me quedó de otra que fingir y hacerme la enferma para poder ir y encerrarme en la Enfermería. Sabía que en mi habitación había dejado un desastre al igual que en el aula de pociones, también que las cartas de mi madre debían de haber invadido por completo mi escritorio, pero eso no me importaba.

No era capaz de convivir en ese momento con nadie. Por lo que mi salvación había sido robarme unos caramelos de la fiebre que encontré en medio de la sala común de Slytherin y esperar a que hicieran efecto para ir a fingir dolor donde Madame Pomfrey. Ella de inmediato me examinó y me dió una bata como pijama para cambiarme mandándome a recostar en lo que me preparaba una poción.

Y ahí había estado durante dos días, le había pedido estrictamente que no quería recibir visitas debido a que supuestamente no me sentía bien y me dolía la cabeza. Eso obviamente porque no era suficiente sensata para mantener una conversación normal con una persona sin comenzar a hiperventilar. Félix había sido al único que la enfermera le permitió entrar por ser mi hermano y sólo habíamos intercambiado un par de palabras para que él se asegurara de que todo estaba bien y que yo no estaba muriendo.

Claramente yo estaba evitando a George.

Pero no me sentía apta para conversar con nadie. Cada vez que la señora Pomfrey quería darme el alta yo me comía uno de los dulces que me había robado y así ella desistía. Pero claramente ya empezaba a  sospechar de mí, era una medimaga demasiado buena y experimentada para dejarse engañar por un estudiante, aunque debo admitir que tiene que haberme visto tan estresada que dejó que me quedara allí por los días que llevaba.

— Ten buenas noches Rosier. — se despidió antes de entrar a sus aposentos. — Sabes que puedes llamarme si sientes que sube tu fiebre.

— Lo haré, gracias señora Pomfrey. — me despedí y corrí el biombo al rededor de mí cama.

Ahí quedaba libre para mirar al techo, leer o hundirme en mis miserables pensamientos y esos confusos sentimientos que tenía. La verdad es que no era mucho lo que podía descansar, mi mente me jugaba malas pasadas en todo momento.

Aquel maldito pelirrojo y el beso que me dió no salían de mi mente.

Y eso me volvía loca.

No sentí a nadie acercarse y de pronto alguien corrió la separación con la que yo había apartado mi cama de las demás.

Me sobresalté dando un respingo.

— Sefi— susurró Daphne— Vine a verte, Pomfrey me dijo que no podías recibir visitas y estaba preocupada por tí — murmuró — ¿Qué tienes? No te veo hace dos días, aunque he venido a preguntar que te ha pasado.

Ahí estaba mi amiga, con el uniforme puesto todavía pero manteniendo el orden y la limpieza que la caracterizaban, Daphne Greengrass era perfecta en todo momento.
Suspiré, a la larga ella era mi mejor amiga y no podía mentirle más de lo que ya lo hacía constantemente.

— Daphne, la verdad es que no estoy enferma, no te preocupes por mí, estoy bien— le aclaré, sintiendo como mis mejillas se teñían de rosa.

Ella me observó desconcertada y poco a poco fue cayendo en la cuenta de a lo que yo me refería.

— ¿Es broma que has fingido tener fiebre durante estos días? — me increpó frunciendo el ceño.

𝐓𝐇𝐄 𝐈𝐂𝐄 𝐐𝐔𝐄𝐄𝐍¹ «𝐍𝐎 𝐒𝐀𝐁𝐄𝐒 𝐌𝐄𝐍𝐓𝐈𝐑» [G.Weasley/V.Krum] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora