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capítulo 2

Así que Louis se toma un descanso de diez minutos en algún momento de la tarde tan sólo para esconderse en el baño con la caja entre las manos, abrir la página de incógnito en su teléfono y buscar en Internet el anillo que su supuesto admirador secreto le ha regalado. Se ha fijado en el nombre del producto que se encuentra en aquella diminuta y muy difícil de leer etiqueta que tiene pegada en la base, y la mandíbula casi se le cae al suelo cuando los resultados de su búsqueda son más interesantes de lo que podría haber llegado a pensar.

Se entera de que este no es un simple anillo cualquiera, sino que se trata de un vibrador que, según las tiendas en línea que son lo primero que le aparece porque Louis ha escrito hasta el número de serie del juguete por alguna razón que ni siquiera tiene explicación, se supone que debería de venir con una especie de control inalámbrico que maneje los niveles del aparato.

Las cejas se le frunce antes de que pueda darse siquiera cuenta de lo que eso significa, y cuando lo hace, es posible que las entrañas se le derrumben hacia las piernas porque no puede creerlo.

No puede simplemente creer que, además del descaro de regalarle un artefacto sexual en lugar de las habituales y bonitas flores que ahora no sabe si echa demasiado de menos, esta persona realmente ha tenido el atrevimiento de enviarlo sin el control, cosa que significa, bueno, Louis no tiene idea de lo que eso quiere decir, porque ahora tiene todos estos pensamientos e incógnitas y la indignación mezclada con la repentina excitación que esto de alguna manera le provoca que es incapaz de formar una idea coherente en su cerebro hecho papilla.

Sale de la página y bloquea su teléfono llenándose los pulmones de aire, se dice a sí mismo que debe relajarse, que no debe permitir que el lívido y su propia sensibilidad nublen sus pensamientos hasta el punto de no ser capaz de razonar con propiedad debida, que debe ser sensato y considerar bien sus opciones porque cualquier decisión que tome probablemente decidirá un camino demasiado importante que no sabe si está realmente listo para recorrer.

Se plantea sus alternativas, sabe que bien puede echar el regalo a la basura y nada más, o bien puede llevárselo a casa, y permitir que esta persona, quien quiera que sea, tenga ese diminuto control en su privacidad, darle el privilegio de manejar a la distancia lo que sea que vaya a suceder entre ellos, si es que hay algo que tiene que pasar, cosa que no tiene por seguro en absoluto. Y es absurdo, para la parte racional de Louis todo esto es lo más parecido a un circo que vaya a ver jamás y ni siquiera sabe por qué está considerando nada cuando debería de ser obvia su elección.

No sabe quién es este sujeto, podría incluso ser alguna mujer con una iniciativa impresionante y vergüenza nula que tenga la creencia de que le agradan ambos géneros de forma romántica, pero tal vez descarta la idea cuando recuerda que este individuo se hace llamar a sí mismo papi y utiliza conjugaciones masculinas que le hacen pensar que es justamente eso; un hombre.

Así que, ya tiene esa parte resuelta, no necesita demasiadas pistas para ello, también supone que debe de ser alguien de la oficina o del edificio completo porque duda mucho que se trate de alguien con quien estudió en la universidad cuando realmente no ha mantenido contacto con demasiados compañeros desde que se ha graduado, y no tiene ningún otro lugar al que recurre frecuentemente en donde exista la posibilidad de haber hecho algún amigo con la suficiente confianza como para hacer esto.

Por lo que sí, Louis sospecha que es un colega, lo cual no es de mucha ayuda teniendo en cuenta que hay un montón de empleados en aquella firma, y es que podría ser cualquiera, desde Liam Payne, el joven interno con un salario mínimo que le sonríe a todo el mundo y es increíblemente amable, hasta Niall Horan, el divertido abogado notable que siempre tiene bromas buenísimas y hace que a Louis le lleguen a doler las tripas, y no cree que se trate del señor Malik porque, una vez más, siempre tiene pendiente que con él todo es excesivamente formal y laboral, y tampoco piensa en el señor Styles porque, además de estar casado con una mujer que a la que ha visto probablemente como tres veces en lo que lleva trabajando en el bufete; él realmente no parece la clase de persona que está interesada en su mismo género ni el tipo de hombre que regala juguetes sexuales como una supuesta demostración de deseo o lo que sea.