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Capítulo 42

N/A: este capítulo contiene 6, 228 palabras, que sobrepasa la cantidad habitual de cada parte (que son entre 2,500 - 4,500/5,500). Lo que significa que no estaré actualizando hasta dentro de ocho días tanto para que puedan leer sin prisa, como para que yo pueda escribir tranqui. sin más nada q decir, espero que les guste el capítulo y q no chillen mucho porque luego me ahogo con la risa.

Louis se queda sólo con aquellos documentos entre sus manos, esos que le arden en los dedos y le queman los huesos desde adentro. Su corazón duele con cada latido que le brinda contra el pecho, chocando su caja torácica una y otra vez hasta que tiene la impresión de que se le va a hacer añicos.

Ni siquiera se da cuenta de cuándo es que las piernas le han empezado a temblar, pero la sacudida es una realidad y ahora que está dentro de su soledad parcial aprovecha para dejarse caer sobre el asiento y colocar los papeles sobre la superficie de su mesa.

Los mira con acidez dentro de la carpeta, como si fueran una especie de promesa quebrantada en miles de pedazos, tanto que es imposible el volver a unirlos cuando han quedado irreconocibles para las piezas con las que deben de encajar. Y ni siquiera se trata de su juramento,  él realmente es consciente de que aquel divorcio no tiene nada que ver con él, pero de algún modo lo siente en carne propia, en viva piel dolorida y estupefacta por el curso que han tomado los hechos.

Porque no puede creerlo, porque para él es tan sorprendente que el señor Styles se esté separando de su esposa en esos momentos y que cada uno de ellos vaya a tomar un camino completamente distinto, alejado al extremo del otro cuando Ava literalmente estará volando a los Estados Unidos ese mismo día.

De repente, y como si hubiese recibido una punzada en el costado, una mueca de dolor y arrepentimiento se cruza por todo el conjunto de facciones del castaño, quien termina cubriéndose la cara con ambas manos y apoyándose en el escritorio en un lamento que le atraviesa casi el alma.

—Ah, cielos— Se queja en un murmullo amortiguado por sus propias palmas. —Pero qué imbécil.

Habla de sí mismo, llega incluso a maldecirse mentalmente ahora que se da cuenta de todo y no puede evitar sentirse demasiado estúpido al respecto, desconsiderado a gran medida y hasta insensible. Al final, si ha habido una razón por la que su jefe ha estado insufrible desde que pisó aquella planta, un motivo completamente razonable que involucra el hecho de estar pasando por un momento tan difícil como una separación de alguien con quien ha estado, aparentemente, toda su vida.