Capítulo 68

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El elevador continúa su curso, y el castaño es llevado al último piso como en cualquier otro día, y este podría ser uno común y corriente. Uno en el que el sol ha cruzado la barrera del cielo tan solo para llenarlo con su presencia. Uno en el que la brisa sigue soplando y las flores continúan naciendo aún cuando quizás la primavera ya está dando su último adiós en los inicios de junio. Uno en el que el silencio de la oficina es casi tan eterno como el nudo que siempre parece estar enrollándose en sus entrañas ante la idea de tener que ver a su jefe.

Y podría ser un día idéntico a todos los anteriores, si tan solo el apretón de sus tripas no existiera por causas diferentes a las usuales. Aprieta los dedos de la mano que le queda libre mientras avanza hacia su escritorio, deja su maletín sobre la mesa, piensa en pasar por la cocina para buscar su café de todas las mañanas, pero una parte de él, una bastante ansiosa y ligeramente desvergonzada, le pide que vaya a la oficina que tiene enfrente.

Por mucha pena que le ocasiones —teniendo en cuenta las cosas que ha hecho la noche anterior y lo abrumadoras que han sido las sesiones de besos de esos dos días pasados—, Louis se encuentra a sí mismo queriendo ver a su superior tan sólo para asegurarse de que nada de lo que ha sucedido se trata de algún sueño demasiado cruel.

Si de repente se despierta por el sonido de su alarma estará devastado, hecho trizas que estarán mejor siendo llevadas por el viento al no tener salvación.

Se llena los pulmones de aire y se acerca a la puerta con la misma incomodidad en su parte baja, esa que cree disimular bastante bien al estar de pie y que casi no percibe si se queda quieto. Toca la puerta con los nudillos, y escucha el permiso para ingresar a través del cristal.

Se muerde el interior de las mejillas y empuja la compuerta para asomar la cabeza y presenciar lo que ya se imaginaba: el magnífico Harry Styles sentado detrás de su escritorio siendo todo lo inalcanzable y profesional que Louis siempre ha creído que es.

—Buenos días, señor —saluda, aunque no sabe cómo.

Las palabras cosquillean en su lengua, y aunque ha estado a punto de anunciarse con un saludo un poco más coloquial, recuerda el trato que hicieron el día anterior de continúen siendo formales dentro de la oficina para el bien de la salud mental de Louis y su sentido de decencia.

Por más que le gusta la idea de conocer —todavía por la superficie— lo que el rizado piensa de él y que Harry de repente salga de su despacho para tirar de su corbata y atraparle la boca en un beso que le hace olvidar todo lo que estuvo haciendo antes, Louis realmente no puede permitirse desentenderse del hecho de que está dentro de un horario laboral y que tiene responsabilidades con las que cumplir.

Al igual que el dueño de la firma.

Sería espantoso que de pronto se borre esa línea laboral que tanto tiene en cuenta y que desea mantener con todas sus fuerzas, porque lo último que quiere es verse varado en medio de una nada tan profunda y oscura, que no se vea capaz de distinguir cuándo es apropiado ser profesional y cuándo no.

Cuando es Harry actuando por su fascinación hacia él y cuándo es Harry actuando por su prudencia y criterio racional.

—Louis, buenos días —saluda el hombre de ojos verdes tan pronto como alza la cabeza de los papeles que tiene enfrente. Hay una sonrisa que crece por sus comisuras, contenta, encantadora, bendecida por un par de hoyuelos que hacen acto de presencia para la desgracia de la estabilidad del castaño—. Pasa, toma asiento.

Extiende la mano hacia la silla que tiene enfrente, pero el joven asistente está un poco ocupado contando números decimales en su cabeza porque, santísimo sea el cielo, que use estos lentes de lectura no le hace nada bien a su cordura.

Make daddy proud I ✦ daddykink! [ls] | ✓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora