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Capítulo 74

Louis se mira en el espejo por quinta vez consecutiva en un intervalo de diez o quince minutos. Se ha colocado en todos los perfiles posibles, asegurándose de que su camisa crema está acomodada de forma apropiada y que las mangas que le llegan a los codos holgadamente no se han doblado ni mucho menos arrugado.

Se pasa la mano por el frente cada dos por tres, repasando el bolsillo que tiene en el lado izquierdo del pecho, ajustando la anchura de los pliegues y tela suelta que mantiene a raya con la ayuda de sus pantalones cafés. Luce lo suficientemente formal como para atender a cualquier restaurante elegante, y lo suficientemente casual para ir a algún local que no lo sea tanto.

Se ha esforzado en su vestimenta más que en cualquier otra cosa. Ha hecho todo lo posible por lucir impecable y atractivo con su ropa tan solo porque la idea de vestirse para cautivar a su jefe ha sido increíblemente poderosa y le ha llenado cada rincón de la mente hasta el punto en el que es lo único que le interesa ahora.

No es algo que hará en cada ocasión que salgan, por supuesto, y no le encuentra el problema a querer verse bonito para su nueva pareja. Después de todo, estas son prendas de su agrado, y si puede recibir elogios de parte del rizado mientras utiliza algo que le gusta, entonces está seguro de que va ganando en esta vida.

Vuelve a girarse para ver apreciar sus costados, y rápidamente regresa hacia el perfil de frente para pasarse los dedos por el flequillo.

Es algo que ha hecho más de seis veces ya. Lo ha despeinado ligeramente, tan solo para volverlo a colocar en su lugar, revisar que todo está en orden y alborotarlo una vez más para repetir el mismo proceso en un gesto visiblemente inquieto.

No sabe qué hacer con sus manos, esa es la verdad. Sus extremidades se han estado agitando de un lado a otro haciendo un montón de cosas innecesarias, y todavía no puede deshacerse del color rosado que se ha apoderado de sus mejillas desde el instante en el que salió de la ducha y se dio cuenta de que iba a tener su primera cita con Harry.

¿Se le puede llamar así?

¿Puede considerarlo como tal a pesar de que la palabra nunca estuvo implicada en la invitación y teniendo en cuenta que la invitación fue más una orden que una petición en sí?

¿Es realmente correcto de su parte pensar que es una cita sabiendo que todo el objetivo es darle algo que no tiene idea de qué podría ser?

Louis se hace esas preguntas y muchas otras, y la respuesta para todas es simplemente sí, totalmente. Es por esa razón que los nervios quieren comérselo vivo y el por qué detrás del apretado nudo que tortura sus entrañas y le hace creer que no será capaz de comer absolutamente nada en toda la noche.

Sinceramente espera que afloje con el pasar de los minutos, especialmente porque no tiene ganas de pasarse el resto de la cena angustiado por cosas que solo ocurren en su mente y que en realidad no valen la pena lo suficiente. Pensar de más no le hará bien, y teniendo en cuenta que por el momento no está ocurriendo nada que lo pueda angustiar, no ve ningún motivo para sentirse como si estuviera a punto de saltar al fondo de un huracán.

Es solo una comida con su jefe.

Ha tenido muchas, tuvo una el otro día, y ese mismo estuvo degustando su boca como si no hubiera un mañana. De manera que, es ridículo de su parte el tener este tipo de sentimientos y se dice a sí mismo que tiene que tranquilizarse porque no es momento de ser ansioso ni mucho menos patético.

Es probablemente la peor charla motivacional que puede darse a sí mismo, pero funciona en la medida de lo posible, al menos un poco, porque se echa un último vistazo en el espejo para quedar conforme con su reflejo y recibir un mensaje de texto de parte de su jefe en el que le comunica que está delante de su edificio aguardando por él.