El almuerzo fue como comer con tus suegros en un funeral, aunque no tuviera suegros y no haya ido a funerales. Fue todo lo opuesto a una bienvenida, la última persona que había estado feliz de cenar conmigo fue el jontu y él quería comerme.
Los padres de Dante comprimían los labios, molestos y nerviosos, parecían el tipo de gente que estaban acostumbrados a manejar las cosas a su gusto, pero eso no podían cambiarlo.
Dante y Sobe se hallaban sentados en la punta de la mesa susurrando y anotando cosas, envueltos en su aura de investigadores con los documentos. Deduciendo coordenadas encriptadas. Phil se encontraba jugando distraídamente con los fideos y las albóndigas, Berenice no se molestaba en decir algo, estaba observando fastidiosa un cuchillo de plata, lo giraba en sus dedos. Detuvo el movimiento de la hoja y lo deslizó con disimulo al interior de su bolsillo.
Petra notó el saqueo, detuvo el tenedor a medio camino entre su boca, entornó la mirada, se inclinó hacia Berenice que estaba frente suyo y susurró:
—Suelta eso, sus padres pueden verte —el pueden estaba de más porque la vieron.
Me codeó en busca de ayuda. Parpadeé, ella alzó las cejas apurándome y titubeé. No podía ignorar una orden de Petra. Quise aligerar la tensión con una broma amigable:
—Berenice, por favor, roba algo de valor —pero tenía un público difícil y todos me miraron como si hubiera hurtado cada pertenencia de la casa, Sobe continuó con la vista en los papeles, pero negó con la cabeza como diciendo «Vaya, colega, la arruinaste»
—¿Qué robe algo de valor? —susurró incrédula Petra como si no pudiera creer lo que escuchaba y veía.
—Yo ya lo hice —anunció Phil levantando la mano como un alumno atento—. En el hotel de Micco y aquí, planeo llevarle a papá recuerdos de los lugares que visité en otro mun...
—Shhhhh —lo chitó Petra.
—No chites a Phil agárratela con Berenice —susurré defendiéndolo.
Sobe levantó la vista de sus escritos con aire molesto, su cuello se tensó, se recostó sobre la mesa y habló en un susurro bastante audible:
—Lo estamos escuchando igual y dejen en paz a mi novia.
Berenice nos desprendió una mirada que decía «Ya querrán este cuchillo cuando necesitemos dinero», lo depositó ruidosamente en la mesa y traté de esbozar mi mejor sonrisa. No sabía si explicarles que en el mundo de Berenice no existía muy bien la idea de cortesía, amigos, educación o propiedad privada, porque se crio sin palabras.
El padre de Dan se veía desconcertado, revolvió la comida de su plato y procuró desviar la atención del colosal momento incómodo.
—Querida ¿Cómo te fue ayer en el despacho de abogados? Escuché que es el mejor bufet a contratar para que resuelvan los temas legales de la construcción.
La mujer levantó sus ojos del plato con cansancio y suspiró:
—Bien, me presentaron a una nueva integrante. Ella se hace oír con determinación, Nancy es muy buena en lo que hace...
Phil se puso de pie de un saltó, su capa de lentejuelas se agitó, aporreó la mesa con sus puños, la silla fue empujada al suelo.
—¿Nancy Thompson? —rugió como si hubieran insultado a su padre y a todo su linaje, o aun peor a Elvis—. ¿Esa Nancy?
La mujer soltó los cubiertos aterrada, tenía la boca abierta y cuando habló su voz sonó quebrada por el pánico:
—N-no Nancy Connor.
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Los miedos incurables de Jonás Brown [3]
FantasyTras un año desde su visita a Babilon, Jonás continúa buscando la persona que, según el sanctus, lo llevará a sus hermanos: Dracma Malgor. Luego de descubrir que Dracma estará en el Concilio del Equinoccio, una reunión donde se congregan los maest...