III. Como perder en un sencillo paso.

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Había una serie de personas tomadas de las manos, formando un círculo. Tenían los ojos cerrados, el viento percutía su cabello, ninguno decía nada como si jugaran a quién abría la boca primero. Era el Concilio del Equinoccio tan mudo como un bebé asustado.

Sin embargo, lo más extraño fue como estaban vestidos.

Yo los había imaginado con túnicas, tal vez dibujando una estrella como en las películas de terror o degollando algo. Estaba preparado para ver pitonisas o atuendos espiritistas, pero estaban vestidos como si fueran jóvenes para un recital. Todos tenían aspecto humano, aunque dudaba que muchos lo fueran, si eran los magos más poderosos de todos los mundos les sería pan comido aparentar pertenecer a otra especie.

Algunos usaban sudaderas, otros lucían camperas de cuero, algunas chicas llevaban vestidos y uno incluso estaba haciendo un cosplay de Naruto, con el típico enterizo naranja y azul y el protector de frente. Después de viajar con Phil homenajeando a Elvis no había nada que me quitara el aliento.

Eran seis mujeres y cuatro hombres.

Tragué saliva, saqué a Miel de mi cinturón y antes de avanzar y quebrar la serena atmosfera, busqué aprobación en mis amigos. Sobe y Petra se encogieron de hombros, de la funda que traía en la cintura, Berenice descolgó un arma lista para practicar tiro con alguien, Dante tuvo un tic nervioso en el ojo como si tuviera pánico de que un helicóptero nos aplastara y Phil meneó rítmicamente la cabeza, ajeno al momento, siguiendo un compás, recordando en su mente una canción, seguro de Elvis.

—Este... ¿Hola?

Las personas abrieron los ojos lentamente, giraron hacia mí, se soltaron de las manos con la misma pereza que tendrían al despertar de un sueño y sonrieron conmovidos.

—¿Tan temprano vino la pizza? —se interesó una joven de tez oscura.

—Yo no... yo solo soy repartidor de malas noticias.

Poco a poco fueron disgustándose. Todos. Mi increíble don de irritar a la gente con mi mera presencia estaba en plena actividad. Algunos apretaron los puños, otros se cruzaron de brazos, una treintañera chasqueó la lengua y sugirió que ordenaran la cena de una buena vez y otra puso los ojos en blanco para luego decir al grupo:

—¿Cómo entró? ¿No se suponía que el edificio estaba repleto de trampas?

—Está —aseguró el chico de veinticinco disfrazado de un anime—. Yo mismo puse al tresbui arranca ojos en el cuarto piso.

—¡Les dije que no teníamos que reunirnos en el mundo de los humanos! —alzó la voz con impaciencia la mujer más grande de todas, una que tenía el cabello cano y arrugas verticales en la frente, me recordó a Lejantra y eso hizo que se me encogiera el corazón—. Los humanos son las criaturas más cotillas y entrometidas de todos los mundos.

—No le quites merito a tu esposa —se burló un joven con bombachos y turbante sobre la cabeza... bueno, él era el único que no estaba vestido como para un recital o al menos no para uno que conociera.

—¿Y quién diantres son? —preguntó una adolescente que tenía los ojos completamente negros y el cabello blanco como la nieve pura, al instante que arrugaba la nariz—. Por los espíritus, qué peste tienen, huelen a muerte. A miles de muertes.

Eso inquietó a todos, se tensaron y algunos hasta retrocedieron al percatarse de nuestro efluvio. Tal vez creían que nosotros éramos quienes habían matado a toda esa gente. Aunque sentía que era culpa mía, ellos habían sido exterminados por otras manos y llorados por mis ojos. Phil se olfateó el sobaco.

—¿Y a qué huele la muerte? —preguntó Sobe—. Siempre creí que olía a fragancia de bebés o a agua de rosas...

Petra se adelantó un paso y alzó una mano a la altura de su pecho como si mostrara una tarjeta de árbitro. Como no encontró una oportunidad para colarse en la conversación, la creó.

—Buscamos a Dracma Malgor. Es importante ¿Está aquí?

Por favor, pensé, que no sea el que está disfrazado de Naruto o el tipo el bombacho. Ya había tenido demasiado por toda la semana. El círculo dudó un instante, pero finalmente se abrió y dejó ver a Dracma Malgor.







Doble actualización por la ausencia de la semana pasada (estaba de vacaciones jaja)

¡El libro que se vino estirando por un año ya casi llega a su final! Le queda tan solo un capítulo (que en Wattpad dividiré en dos).

A fin de año voy a subir algunas novedades de otros spin-off.

¡Nos vemos! ¡Feliz viernes y buen fin de semana!



Los miedos incurables de Jonás Brown [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora