La sangre se me había subido a la cabeza. Literalmente.
Estaba colgando como un jamón del techo, atado por cuerdas junto a la espalda de Dante y Sobe. La pelea había estado reñida por todo un minuto, pero luego, en el minuto con cinco segundos, el monstruo había tirado unas cajas sobre Dante, dejándolo fuera de combate, había agarrado a Sobe con una de sus manotas y había apoyado un pie sobre mi cuerpo.
-Si te mueves te aplasto -había girado su cabeza hacia Sobe que le estaba acuchillando los dedos con un pedazo de vidrio-. A los dos, quietos, o los exprimo y créeme que no quiero hacerlo porque odio cuando los huesos de mi comida se astillan.
-¿Los huesos de tu qué? -había preguntado.
Sobe había revoloteado los ojos.
Y entonces el buen monstruo se había encargado de explicarnos a qué se refería, encendiendo un brasero con agua burbujeante, llenándolo de aceites y condimentándolo con especias. Nos colgó encima del vapor del caldero y comenzó a canturrear mientras rebanaba unos tubérculos.
Tenía que salir de allí pero no podía cortar las sogas, estábamos muy alto y la caída implicaba agua hirviendo debajo. Tampoco podía desenvainar a anguis porque ni siquiera sabía dónde tenía mi mano y al desplegar la espada podría atravesar a uno de mis amigos y convertirlo en brocheta. El calor estaba matándome, sudaba como un condenado y podía sentir el recorrido de la transpiración por la punta de mi nariz.
Dante temblaba mucho y contaba para poder calmarse ya iba por el ciento y algo y continuaba igual. El cabello de Sobe colgaba como la brocha de un pincel, él tenía la cara roja del esfuerzo. No paraba de forcejear, pero no podía aflojar los nudos lo único que hacía era darnos codazos. Cuando ya me había magullado suficiente la espalda grité:
-¡Ya quédate quieto!
-Perdón por tratar de salvar nuestra miserable vida -me respondió con poca paciencia, pero se detuvo de todos modos.
-Petra, Berenice y Phil vendrán a buscarnos -susurró Dan sin fuerzas, estaba un poco magullado, pero eso no parecía haberlo puesto débil, tenía los ojos cerrados y las gotas de sudor le recorrían su piel perlada y morena.
El jotun nos oyó, continuó rebanando cosas que no parecían muy comestibles y largó una ensordecedora carcajada:
-Este lugar fue creado por un maestro de las artes extrañas. Nadie a quien yo no invite podrá atravesar la barrera. Sus amigos podrán estar toda una vida intentándolo, pero jamás lograrán cruzar. Están encerrados aquí dentro -dijo observando a la Buscavispa que tenía revoloteando en un frasco, ese insecto tenía más libertad que nosotros.
-¡Púdrete! -aulló Sobe-. ¿Sabes qué, idiota? Estoy enamorado. No sé por qué odias el amor ¡Ni me interesa! ¡Pero soy la persona más enamorada de en este maldito Estado y tú me dejaste entrar!
-¿Qué? -aulló el trol, se puso de pie y alzó la cabeza. Su grito fue estremecedor, pero no amedrentó a Sobe.
-Así es menso, te engañé. Y creo que ella también me ama, pero todavía no lo admite porque es tímida y está traumatizada ¡ESTOY ENAMORADO DE BERENICE PORTER! ¡ENARMORADO! ¡ENAMORADO! ¡Enamoradoenamoradoenamoradoenamorado!
No podía creer que sería comido escuchando a Sobe decir cursilerías.
El monstruo gruñó, le dio un manotazo a nuestra cuerda que se sacudió como una piñata, se apuró hacia una pila de carbón, lo agarró con sus manotas y le echó más leña al fuego que calentaba el caldero. El vapor se intensificó, me comenzó a molestar la piel, era mucho calor. Si salía vivo de esa estaba seguro de que les tendría más compasión a los pollos en la parrilla.
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Los miedos incurables de Jonás Brown [3]
FantasyTras un año desde su visita a Babilon, Jonás continúa buscando la persona que, según el sanctus, lo llevará a sus hermanos: Dracma Malgor. Luego de descubrir que Dracma estará en el Concilio del Equinoccio, una reunión donde se congregan los maest...