¿Dónde está Walton?

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 Phil volvió después de tres horas de vuelo, jadeando, diciendo que no descubrió nada, solo vio cráneos, costillas y huesos viejos. Mejor dicho, no descubrió nada alentador.

 17N aseguraba que la sala de mandos se trataba un edificio de concreto y circular, sería fácil localizar por arriba en las ruinas rojas, pero las construcciones eran bastante amplias y rodeaban a la ciudad en la parte sur y oeste. 1E volvió a desplegar el mapa que había dibujado con sus amigos, existían zonas en blanco donde les había sido imposible acceder. Lo mostró con modestia, pero Sobe le dijo que resultaba muy útil y habían hecho un gran trabajo.

 Él tenía más experiencia en cartografía y con un simple vistazo estimó que las ruinas rojas medían dos veces la extensión de la ciudad de Manhattan, tal vez tres. Además, concluyó en que Phil debería prestar más atención a las zonas blancas, donde los niños no habían podido incursionar.

 —Por algo nunca vieron la tercera base de control ¿Verdad? Debe estar rodeado de hilos en una de las zonas blancas que no pudieron dibujar porque no pudieron caminar. Además —miró a 17N y le palmeó el hombro—. Tuviste buena idea al deducir que será un edificio circular ya que esa es la estructura de toda la ciudad y si lo construyeron los Salivantes seguramente debería tener la misma forma.

 17N asintió y trató de ocultar que estaba más roja de lo normal. Tanto ella como 1E, eran admiradores de Sobe porque tenían su afiche.

 —Se-seguramente —respondió ruda.

 Sobe chasqueó la lengua y se rascó la barbilla.

 —Pero lo dudo mucho. Para mí es una escotilla —enrolló el mapa y se lo dio a 1E que lo aceptó con una sonrisita tímida—. Debe ser algo pequeño, será difícil de encontrar ¿Estás acostumbrado a encontrar cosas pequeñas, Phil?

Phil bufó.

—Será pan comido, si todas las mañanas me encuentro el... ujum —Se rascó la nuca, miró a los niños y se encogió de hombros apenado—. La encontraré.

—Te recomendaría volar al ras del suelo si se trata de una escotilla —aconsejó Sobe, desviando el rumbo de la conversación con una sonrisa—. Claro que solo es una suposición.

—Es lo mejor que tenemos —admití—. Debemos apostar a una teoría, no hay tiempo para probarlas a todas.

17N hizo una mueca.

—Creo que la teoría de Sobe podría ser buena.

—Lo mismo —comentaron al unísono Seis y Veintiuno.

Berenice no se molestó en opinar y 1E asintió retraídamente.

Mientras nosotros discutíamos cuál sería la mejor ruta Phil bebía grandes sorbos de agua del último botellón que nos quedaba. Agarró el mapa, memorizó en voz baja las zonas en blanco, en las que los niños no habían podido entrar porque había tantos hilos como gotas en una tormenta o flotadores en una clase de natación de prescolar. Le devolvió el papel apergaminado a 1E y emprendió vuelo nuevamente, no sin antes dedicarnos una orquesta de huesos rotos, piel desgarrada, uñas cayéndose y sangre derramada por el suelo.

Aunque yo ya estaba acostumbrándome a las transformaciones, 17N no, infló los cachetes como si fuera a vomitar y trasbocó.

—¡Eres como el Batman de este mundo, amigo! —le recordé.

Lamenté que Petra no estuviera allí, a ella le gustaban los cómics como a mí, aunque era un poco dura para recordar nombres y siempre cuestionaba cosas como que el Wason cayó a un tanque de ácido y salió con mejoras, ella dijo que tuvo que haber emergido de ese tanque como una vela derretida. Además, nunca había aprendido a diferenciar Wanda Vision de Mujer Maravilla.

Los miedos incurables de Jonás Brown [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora