z e v e n ­e n­ d e r t i g

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ꈍ◡ꈍ

Keef exhaló, dejando ese vapor producto de las bajas temperaturas cerca suyo, hizo una pequeña mueca, todavía quedaba algo de nieve de forma casi extraordinaria al ya ser la tercera semana de enero. Aún con sus manos metidas en su chaqueta miró a una chica con cabello morado corto caminar algunos pasos delante de él, no la había notado en todo el camino y pareciese que apareció de la nada.

Le restó importancia y caminó un poco más para llegar a la entrada de esa gran casa, tocando el timbre a la espera de qué la abrieran, siendo recibido por la chica peliazul con una gran sonrisa en su rostro.

── ¡Keef, pasa! Recién se fue Gaz.── Apartandose dejó al pelirrojo entrar, cerrando la puerta cuando entró y se le quedó mirando mientras se quitaba su chaqueta.

── ¿Tiene el pelo morado?── Sus miradas se encontraron durante un rato, hasta que Tak dejó su rostro de sorpresa para volver a sonreír, provocando que él chico sí suponiera que era ella.

Comenzaron una charla sobre Gaz a medida que subían las escaleras hacía la habitación de Tak, cambiando de tema cuando abrió la puerta y pasaron dentro, diciéndole al pelirrojo que se acomodara y que enseguida volvía.
Trayendo en una cesta a unos seis gatitos de dos meses de edad, colocandolo sobre la cama sin importarle que podría ensuciarse.

── Son muy livianos, ¿Les pusiste nombre?── Sostuvo a uno entre sus manos cuando se le acercó, elevando un poco sus brazos cuando los demás comenzaron a caminar en la cama con pequeños tamboleos por la blanda superficie y el peso del cuerpo de Keef sentado.

Tak negó con la cabeza, acariciando a Lydia que estaba acostada sobre su cama hace ya un rato.

── No estoy segura de si dar a algunos en adopción o quedarme con todos.── Dio un largo quejido y se tiró hacía atrás.── Tener ocho gatos es complicado, y caro.── Agregó, mirando al contrario que no saber qué hacer con uno de los gatos que se colgó de la sudadera.

── Pero eres rica.── Con cuidado quitó las garras del animal, recibiendo un maullido agudo de su parte.

── Quizá, pero soy yo quien tiene que pagar por sus cuidados.── Dos gatos adultos y seis de dos meses, quizá todo no era muy caro en total tratándose de que solo tendría que preocuparse de los gatitos, pero la comida especial, la arena, educarlos; sería algo complicado con el trabajo y sus estudios de por medio.── Parece que le gustas, creo que lo llamaré Keef Jr.

── Lo siento bombón, pero no planeo pagar su manutención.── Dejándolo sobre la cama recibió una mordida del pequeño animal, no fue doloroso, pero sí sé sorprendió un poco.

── ¿Ves? Se enojó porque no quieres cuidarlo los fines de semana.── Estirando su mano frunció en ceño, mirando como él contrario miraba algo confundido al animal que pareciera haber reaccionado a sus palabras.

── Puede ser, pero ambos sabemos que soy un hombre de perros.── Dando por terminado aquella charla que pudiera sonar rara al saberse que ambos tenían pareja, Tak al escuchar esa última frase recordó algo.

── Oh, esa es una buena metáfora.── Le sonrió de forma pícara elevando sus cejas, esperando que Keef recordara aquella vez que dijo que Gir era como un perro, sonriendo con diversión cuando el pelirrojo le sonrió con un poco de vergüenza al recordar aquello.

Le lanzó una almohada a la cara, escuchandose la risa de ambos cuando entré algunas quejas e intentos de que los pequeños animales no salieran heridos estaban tirándose la almohada como si estuvieran jugando a atrapar una pelota.

La madre de Tak quedó con la mano levantada, sonriendo al escuchar las risas y palabras de su hija del mejor amigo de la misma. Retirándose para devolverse al primer piso donde había estado minutos antes al haber llegado con su esposo de haber echo algunas compras, tal vez Keef se podría quedar a cenar.

panqueques y chocolate    [KaGr] [HIATUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora