Llegaron a casa cuando el sol empezaba a asomarse tímidamente por el horizonte y, tras recuperar fuerzas con los trozos de pizza que les habían sobrado la noche anterior, se fueron a dormir deseando que la resaca que les esperaba cuando abrieran los ojos fuera lo más leve y llevadera posible.
Eran casi las dos y media de la tarde cuando Lourdes, que llevaba algún rato despierta y se había dado un baño en la piscina, decidió que era hora de despertar para comer a los tres que seguían en sus camas sin saber muy bien la reacción que podrían tener cada uno de ellos dependiendo del dolor de cabeza que tuviera.
- ¡Vamos rubia! ¡Arriba! – pronunció enérgica subiendo la persiana de su habitación.
- Lourdes tía – reaccionó tapándose la cabeza con la sábana. – Ven, que te hago un hueco conmigo, que es pronto aún.
- Luisita cariño, son más de las dos y yo tengo hambre. Anda, tira para la ducha mientras despierto a Mateo y Marina, que no te desmaquillaste cuando vinimos y ahora eres un oso panda.
- Cinco minutitos – pidió con voz infantil provocando las risas de su amiga. – Lou – la llamó antes de que saliera de la habitación.
- Dime.
- Ibuprofeno hay, ¿verdad?
- Sí cariño, ibuprofeno hay. Para los tres, porque me imagino que tus amigos también querrán – expresó.
- Era garrafón fijo porque no bebimos tanto.
- Luisi, que tuviste toda la noche un vaso en la mano y nunca se acababa – manifestó la morena.
- El chupito que me tomé con Mateo. El último, que yo no quería pero... – resolvió con Lourdes intentando aguantar una carcajada.
- Eso fue. Seguro. Voy a ver si él opina lo mismo – dijo encaminándose hacia la habitación de su hermano para despertar a los dos que quedaban.
Tras unos minutos más tumbada sobre la cama en los que la rubia terminó de acostumbrarse a la luz del día y a la intensidad del dolor de cabeza, se levantó despacio y fue directa al baño para meterse bajo la ducha y que el agua hiciera algo de efecto en su cuerpo.
Después de la ducha bajó a la cocina para ayudar a Lourdes con la comida mientras llegaban Mateo y Marina para comer los cuatro juntos antes de repartirse los sofás para tumbarse y pasar la resaca.
Encendieron la televisión para ver cualquier película de sobremesa sabiendo que no iban a prestarle demasiada atención e iban a caer dormidos y cuando la rubia abrió los ojos las otras dos chicas no estaban.
- ¿Lou y Marina? – preguntó a Mateo.
- Fuera, tomando el sol – informó.
La rubia asintió y puso su interés en el telefilm, instalándose un silencio entre los dos.
- Ayer me prometiste una cosa. Bueno, en realidad era hoy porque era de madrugada y técnicamente es hoy – rompió el silencio Mateo sin quitar su mirada de la televisión.
- ¿El qu...? – no terminó de hacer la pregunta recordando el comentario del chico en la verbena antes de irse de allí. – Mateo, que me voy esta tarde, no la voy a volver a ver – dijo con desgana ante la insistencia de su amigo. – Vale que no nos entendemos...
- Yo no lo llamaría así, pero si tú quieres creer eso, allá tú.
- Bueno, quizá he sido un poco distante y ayer me pasé y con el alcohol no controlé – declaró la rubia al tiempo que el chico se giraba para mirarla a los ojos.
- Tienes una manera bastante peculiar de reconocer tus errores con una visión algo subjetiva de los hechos pero después de todo creo que me puedo dar por satisfecho. Ahora sólo te falta disculparte con ella, pero está trabajando.
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Sueño de una noche de verano
Fiksi PenggemarLos reencuentros no son siempre felices, sobre todo si éstos te devuelven al presente momentos del pasado que prefieres no recordar. Luisita y Amelia se conocieron en el pasado y ahora, las circunstancias de la vida las vuelven a situar en el mismo...