02.- Luisita ha pasado

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Amelia se había acercado hasta la terraza con intención de entablar conversación con la rubia que había estado sentada en el otro extremo de la mesa mientras cenaban y que, por más que daba vueltas en su mente, no lograba ubicarla, pero el encuentro no fue como ella hubiera deseado, con una serie de reproches y prejuicios por parte de Luisita a los que no veía sentido.

Después del enfrentamiento verbal y tras dejar a la rubia con la palabra en la boca, deshizo sus pasos en el interior de la casa para volver al patio donde se encontraba el resto de personas y despedirse de ellos para dirigirse a su casa, darse una ducha y meterse en la cama con alguna de las series que tenía empezadas antes de quedarse dormida.

- Chicos me voy. Nos vemos – pronunció seria cogiendo su chaqueta de entretiempo que llevaba para cuando caía el sol y la noche se volvía más fresca.

- ¿Ya te vas? – demandó Marina, la novia de Mateo.

- Sí. Pasadlo bien. Armando, disfruta de tu nueva vida – le dijo al hombre intentando mostrar alegría.

- Gracias Amelia. ¿Te marchas? – preguntó ajeno a lo que había ocurrido unos minutos antes en otra parte de la casa.

- Sí, estoy un poco cansada – se excusó la morena.

- Pues descansa mucho.

- Adiós – se despidió finalmente la morena de rizos.

- Amelia espera – la llamó Lourdes llegando hasta ella. – ¿Qué pasa? ¿Por qué te vas así? – se interesó, extrañada del cambio de actitud de su amiga en apenas unos instantes.

- No me voy de ninguna forma. Estoy cansada de todo el día trabajando, ya está – rehuyó de nuevo.

- ¿Seguro?

- Sí. Además, que mañana estoy de mañana y ya sabes cómo es eso y a qué hora terminamos los sábados – se excusó.

- Bueno... – expresó no muy convencida. – Pero vente por la tarde a la piscina. Pásate un rato, aunque sea tarde, que vamos a estar aquí.

- No sé, no te prometo nada – manifestó comenzando a caminar hacia su casa ante el compromiso en el que le acababa de poner la hija mayor de los Ordóñez.

- ¿Qué te ha dicho? – quiso saber Mateo cuando su hermana regresó con ellos.

- Nada.

- Entonces ¿qué ha pasado? – demandó Marina perdida en la situación que acababa de darse.

- Luisita – reveló el chico.

- En la terraza del salón, fumando – indicó su novia gesticulando al entender que preguntaba por la rubia.

- No. Luisita ha pasado – aclaró.

- Joder... – murmuró Lourdes dándose cuenta.

- Luisita y Amelia se conocen o coincidieron cuando Luisi venía en verano o algún puente con sus padres de pequeña, pero se llevaban fatal – explicó Mateo a Marina.

- En realidad Luisita siempre la evitaba, no jugaba con ella, cuando era un poco más mayor estaba muy distante con Amelia,... Pero nunca supimos por qué – añadió Lourdes.

- Luego, con trece o catorce años dejó de venir con la excusa de ayudar en el Asturiano a su abuelo y no había vuelto hasta hoy – agregó el chico.

- Amelia por lo que parece no se acordaba de ella o ha querido ser amable pero Luisita parece ser que sí, y algo le ha debido decir a Amelia para que se haya ido como se ha ido, al rato de estar aquí y con la excusa de que está cansada – concluyó la mayor.

Sueño de una noche de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora