11.- Yo es que soy más de Rapunzel

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El buen tiempo había permitido ampliar la terraza del bar y con ello el número de clientes que, una vez sentados, pedían varias rondas en lugar de moverse a otro para seguir bebiendo. Amelia había perdido la cuenta de las cañas tiradas, botellines abiertos y pinchos y tapas que habían salido de cocina. Que hubiera un partido de fútbol al mediodía en el que el Zaragoza se jugaba entrar en los puestos de play-off para jugar la temporada siguiente en Primera habían colaborado en el negocio y la victoria había hecho que continuaran celebrando ahí mismo, al ver el ascenso un poco más cerca.

Había cubierto a Jesús mientras el chico comía algo rápido para no dejar desatendido el bar y después ella se había hecho un sándwich de pollo para comer en el pequeño patio interior fumando un cigarro al mismo tiempo.

- Hola bonita – saludó Natalia accediendo al lugar. – Me ha dicho Jesús que estabas aquí comiendo. Mucho jaleo, ¿no? – se interesó sentándose junto a ella sobre una pequeña pila de cajas de cerveza vacías.

- Sin parar. Dos barriles...

- ¿En serio? Pues el jueves por la noche más, que creo que se han clasificado.

- Y me vuelve a tocar a mí – expresó Amelia de manera algo dramática provocando las risas de su amiga. – ¿Y qué haces tú tan pronto? Te queda una hora para entrar – indicó mirando su reloj. – ¿Tanto me echas de menos? – preguntó poniendo cara de niña buena.

- Muchísimo – ironizó. – En realidad estaba un poco saturada de futbol con Carlos, su hermano, su padre,... Hasta el gato casi...

- Ah, que es por eso – dijo pensativa – Qué bonito Natalia, no esperaba eso de ti.

- Por eso y para verte también, que hace mucho tiempo que no hablamos.

- Nat, que hablamos por WhatsApp todos los días, y aquí en el bar cuando nos cruzamos.

- Pero esta semana no ha sido el caso – finalizó la pelirroja. – ¿Cómo está la rubia? – espetó directa.

- Ayer no hablé con ella, pero imagino que seguirá bien. Ha venido Julia el finde con Armando así que supongo que habrán estado.

- ¿Vas a ir a verla hoy?

- No, tengo ensayo y lo único que quiero es meterme en mi cama porque estoy agotada.

- Con ella.

- ¡Natalia! – exclamó golpeándola en el brazo.

- Me lo negarás.

- Primero, no creo que ella, en el supuesto de que le gustase, tuviera muchas ganas con todo lo que tiene. Y segundo, que no, deja de ver cosas que no son.

- Amelia – alzó las cejas.

- No, Natalia, no. Estás dando por hecho que a ella le gustan las chicas.

- Que luego me hago ilusiones y sale mal – la imitó. – Ahora en serio, ¿te gusta o no? Porque si no te gusta yo me callo y dejo de picarte.

- Voy para adentro, a ver cómo va Jesús – declaró tras unos segundos levantándose de la caja en la que estaba sentada.

- Quieta aquí – ordenó la pelirroja sujetándola del brazo. – Voy yo y traigo un par de cafés.

Su silencio ante la pregunta de su amiga había hablado por ella. A Devoción podía darle largas aunque supiera que su madre no las iba a creer por mucho que intentara y Lourdes estaba entre las dos pero con Natalia era diferente. Ella sólo había coincidido con Luisita en la verbena y en ese contexto de fiesta y alcohol de por medio no podía sacar ninguna conclusión.

Sueño de una noche de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora