La rubia agarró la mano que le ofrecía Amelia para caminar unos metros a contracorriente hasta situarse bajo el agua. En cuanto notó el roce de su mano con la de la morena, un escalofrío recorrió su cuerpo, sin querer saber exactamente si la razón de esa reacción de su cuerpo era causada por la impresión del agua que cada vez la cubría más o provenía por el contacto con Amelia aunque no tuviera muchas dudas de la respuesta.
- ¿Sigue estando fría el agua? – preguntó al notar la tensión de la rubia.
- Amelia, no tiene gracia – se quejó.
- Pues verás ahora...
- Como me resfríe verás tú.
- A ver, al principio la sensación no es muy agradable, es verdad, pero después de unos segundos verás como te gusta.
- Llevo unos minutos y la sensación sigue, un poco menos, pero sigue.
- Yo me refería en la cascada, que al caerte el agua por la cabeza sin haberte mojado la primera vez impresiona, pero la relajación de después compensa.
- No sé yo... – desconfió Luisita.
- ¿Preparada? – demandó la morena antes de acortar la distancia que las separaba.
- No – negó rotunda la rubia.
- Pues vamos – expresó decidida Amelia tirando ligeramente de Luisita.
- ¡¡Joder Amelia!! – exclamó cuando sintió el agua sobre ella.
- ¿Está fría? – gritó la morena para que la pudiera escuchar.
- Síííí.
- ¿Te gusta? – preguntó de nuevo obteniendo una sonrisa como respuesta. – Y eso que no querías, ¿eh?
Pasaron unos minutos más bajo la cascada, dejando que el agua cayera sobre ellas como si de una ducha se tratara y que su cuerpo se acostumbrara a la temperatura, abandonando poco a poco esa sensación de frío por una más templada y la guardia alta autoimpuesta por algo más de calma interior.
- ¿Tienes frío todavía? – se interesó Amelia.
- No, ya no. Estoy bien.
- Ah, vale – porque a mí se me ocurre otra manera de entrar en calor.
Afortunadamente, el filtro de Amelia estaba activado y, aunque no había podido evitar echar alguna que otra mirada a la rubia, se estaba controlando más de lo que lo hubiera hecho con cualquier otra chica. El día anterior, sin pensarlo demasiado, se había lanzado con la propuesta delante de sus amigos y quizás por esa misma razón, disfrazadas de bromas, había soltado frases que realmente sentía: eso no sería una cita aunque fuera lo que más deseara, pero después de conocer que la rubia regresaría a Madrid en varios días asumiendo que no volvería al pueblo tras la revisión con su médico, iba a tratar de pasar el máximo tiempo posible con ella.
Amelia se desplazó hacia una de las orillas y se sentó sobre una de las piedras que había en el fondo, quedando con el agua a la altura de los hombros. La rubia acompañó sus movimientos para sentarse en otra piedra cerca de ella, con los pies dentro del río.
- ¿Sabes lo que creo? – preguntó Amelia rompiendo el silencio con la mirada puesta sobre Mérida que disfrutaba también del agua.
- ¿Qué?
- Que tienes una coraza – giró la cabeza para mirarla a los ojos. – No sé por qué, pero a veces te picas bastante cuando estamos de broma, sobre todo con Mateo. Cambias el tono porque crees que es la única forma de que no te hagan daño y por eso actúas así, y son comentarios hechos sin mala fe – Amelia observó cómo Luisita retiraba su mirada. – Luisi, creo que no eres así en realidad, pero es la impresión que me das. Sé que apenas te conozco de los ratos que hemos coincidido y no soy quién para juzgarte, pero bajas poco la guardia.
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Sueño de una noche de verano
FanfictionLos reencuentros no son siempre felices, sobre todo si éstos te devuelven al presente momentos del pasado que prefieres no recordar. Luisita y Amelia se conocieron en el pasado y ahora, las circunstancias de la vida las vuelven a situar en el mismo...