31.- Yo prefiero comerte a ti

3K 256 225
                                    

Los rayos de sol se colaban por el balcón dando claridad a la estancia y Luisita no podía dejar de mirar a Amelia durmiendo plácidamente a su lado. Los rizos de la morena tapaban parte de su cara y la rubia aguantaba las ganas de acariciarla por miedo a despertarla, como si al abrir los ojos Amelia, ella misma despertara de un sueño, devolviéndola a una realidad en la que nada de lo que había sucedido la noche anterior había ocurrido.

- ¿Me vas a besar o te beso?

El pulgar de Amelia seguía recorriendo la mejilla de la rubia que había desviado su mirada con una ligera risa, incapaz de mantener un segundo más sus ojos sobre los de la morena.

- Es que si no me besas tú voy a tener que hacerlo yo Luisi, porque llevo queriendo besarte desde la estación y me estoy muriendo de ganas ya – explicó Amelia sin dejar de observarla. – Aunque si tú no quieres no pasa nad... – añadió con todas las dudas apareciendo de golpe ante el silencio formado.

- Hazlo – musitó interrumpiendo su discurso con una seguridad que no sabía de dónde podía salir.

Tras unos segundos necesarios para reaccionar, la mano libre de Amelia fue a parar a la otra mejilla de la rubia para acunar su rostro con delicadeza al tiempo que fijaba su vista durante unos instantes sobre los labios de Luisita antes de probarlos por segunda vez.

La morena se humedeció los labios de manera inconsciente acercándose hasta la rubia para cerrar la distancia que las separaba y atrapó el labio inferior de Luisita entre los suyos, disfrutando de esa sensación de nuevo.

- No podía más – expresó Amelia cuando se alejó unos centímetros.

- Yo también tenía muchas ganas de besarte – reconoció Luisita enredando sus dedos entre los rizos de la morena.

- Puedes hacerlo siempre que quieras – declaró Amelia. – Yo no me voy a oponer.

Todavía podía sentir el suspiro y el escalofrío que recorrió su cuerpo cuando la lengua de la morena rozó sus labios pidiendo paso entre ellos y ésta le concedió el permiso para hacerlo. Volvió a erizársele la piel al recordar el primer contacto entre sus lenguas y se mordió el labio inferior ante la ola sensaciones que le provocaba Amelia.

La morena comenzó a abrir lentamente los ojos, acostumbrándose a la luz del día y a los enormes ojos marrones que la miraban sonriendo.

- Buenos días – dijo volviendo a cerrar los ojos con una sonrisa en sus labios mientras se estiraba bajo las sábanas.

- Hola – susurró.

- ¿Has dormido bien? – se interesó. – ¿Llevas mucho tiempo despierta?

- Un ratito – confesó Luisita tímida.

- ¿Por qué no me has despertado?

- Es que se te veía durmiendo muy tranquila, me daba pena – comentó con un puchero en sus labios. – Pero tampoco hace tanto que estoy despierta ¿eh?

- Y... ¿vamos a seguir hablando o me das un beso de buenos días? – demandó haciendo que la rubia se sonrojara para después acercarse hasta sus labios y dejar un corto beso sobre ellos. – ¿Eso es un beso de buenos días? – preguntó fingiendo enfado elevando una ceja.

Luisita se acercó de nuevo para unir sus labios en un beso ahora más largo, llevando sus manos de manera inconsciente hasta las mejillas de Amelia para continuar el beso.

- Mucho mejor así – indicó con una sonrisa la morena al separarse.

Amelia rodeó con su brazo la cintura de Luisita para pegarse a ella y esconder su cara en el hueco del cuello de la rubia, ronroneando junto a su oído y provocando algunas cosquillas en Luisita con su nariz.

Sueño de una noche de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora