- Has estado a punto de hacer pleno, cariño – dijo Amelia dejando un beso en la mejilla de su novia tras sentarse sobre sus piernas.
- Ya... Se han quedado justo los de las esquinas y en la segunda tirada nada – lamentó. – No sé en qué momento pensé que venir con falda a los bolos era buena idea.
- Hombre, a mí personalmente me parece una idea muy acertada – declaró alzando una ceja.
- Pero por otras cosas que no son jugar a los bolos.
- No – rio Amelia.
- Y aun así, te voy ganando – presumió Luisita.
- Hace tiempo que no juego – se defendió la morena.
- Ya, claro – se burló.
- No sabía yo que eras tan competitiva...
- Pues ahora ya lo sabes – señaló la rubia.
- Sí, ya veo – declaró conforme Amelia.
- A ver, las tortolitas – interrumpió Lourdes. – Perdón por molestar, pero te toca, Amelia.
- Voy. Levanta, que vas a ver – dijo dando unos toques sobre la pierna de Luisita.
Luisita se levantó de sus piernas para que la morena pudiera ponerse en pie y dirigirse hasta el lugar en el que estaban colocadas las bolas, mirando entre los distintos tamaños que había y tratando de elegir la más adecuada para intentar recortar algún punto.
- No cojas la más grande, que tampoco quiero que te lesiones – le advirtió la rubia.
- No iba a coger la grande, lista – se burló poniendo una mueca.
- Uy, las novias se han picado. Esto promete – expresó Lourdes dando un trago a su botellín de cerveza.
- Amelia – respondió Luisita acusando a su chica.
- ¡Tú! – contraatacó la morena.
- Voy a por palomitas que esto se pone interesante. ¿Alguien más quiere? – demandó la mayor de los Ordóñez bromeando.
- Haya paz, que no quiero divorcios en mi cumpleaños – manifestó Marina.
- No te aseguro nada – rio Amelia.
- Venga Amelia, dale, que yo te apoyo – pronunció Mateo.
- Claro, entre perdedores os tenéis que apoyar.
- Lourdes, lo preciosa que estás con la boquita cerrada – comentó Amelia antes de dar varios pasos y lanzar finalmente la bola.
- Ni que tú fueras tan bien... – señaló su hermano. – Que sólo le sacas doce puntos a Amelia y dieciséis a mí.
- Pero no voy última – le sacó la lengua.
- De momento – murmuró Luisita al observar la nueva puntuación de su novia tras los bolos derribados en su tirada.
- Luisi, se supone que yo te estaba apoyando. Tú me tienes que apoyar a mí, no venderme a las primeras de cambio – protestó ante el comentario de su amiga.
- Yo en estos momentos no tengo amigos – respondió la aludida.
- Pues a lo mejor esta noche duermes en el sofá. Eso si te dejo entrar al apartamento – advirtió la morena preparándose para su segunda tirada en busca de hacer caer los bolos que había dejado en pie.
- No te atreverás – la desafió.
- No me retes – expresó Amelia sujetando las manos de su novia detrás de su cuerpo mientras la besaba después de haber lanzado la bola.
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Sueño de una noche de verano
Fiksi PenggemarLos reencuentros no son siempre felices, sobre todo si éstos te devuelven al presente momentos del pasado que prefieres no recordar. Luisita y Amelia se conocieron en el pasado y ahora, las circunstancias de la vida las vuelven a situar en el mismo...