Llevaban varios minutos besándose bajo las sábanas después de haber hecho el amor por primera vez. Eran besos tiernos mezclados con sonrisas y caricias que no tenían fin, con miradas llenas de amor en las que se quedaban perdidas la una en la otra y el tiempo parecía haberse parado.
- ¡Amelia! – la aludida emitió un sonido sin separar sus labios del cuello de Luisita. – ¡Meri! Que se ha hecho tardísimo – expresó la rubia al ver la hora en el despertador de la morena. – Que han sido más de cinco minutitos.
- Ufff joder, sí. Voy a ponerme algo rápido y la saco – dijo saliendo de la cama como un resorte completamente desnuda. – ¿Vas preparando el desayuno? – preguntó vistiéndose con lo primero que encontró.
- Espera, voy contigo. Ha sido culpa mía también, ¿no? – declaró Luisita incorporándose tapada con el nórdico.
- Tengo vasos para llevar. Cogemos un paquete de galletas o alguna cosa y desayunamos por ahí, ¿te parece? – sugirió la morena.
- Vale. Así podemos estar más tiempo, que corra suelta tranquilamente...
- La conciencia – rio Amelia.
- Sí – rodó los ojos riendo también. – ¿Me da tiempo a ducharme rápido mientras lo preparas? – demandó Luisita.
- Sí. Voy haciendo café y miro a ver qué encuentro para comer, no te preocupes.
Amelia salió de la habitación ya vestida antes de que la rubia lo hiciera de la cama, dándole intimidad para que no se sintiera observada.
Una vez en el piso inferior, se dirigió directamente junto a Mérida para acariciarla y darle mimos buscando su perdón ante el despiste.
- Meri cariño, se nos ha ido la hora, pero es que claro... – se justificó ante la perra que recibió las caricias de buen grado.
Se incorporó y puso rumbo a la cocina para poner la cafetera al fuego y buscar algunas cosas que llevar para ese picnic improvisado con Mérida tras sus pasos, quedándose sentada sobre sus patas traseras observando a la morena preparar el desayuno.
- ¿Qué quieres, gorda? – interrogó sin mirarla, sabiendo que el animal esperaba alguna recompensa para perdonar el descuido. – Toma, pero una sólo, que tú te comes medio paquete – dijo partiendo a la mitad una galleta con trocitos de chocolate.
- ¿Te ayudo a terminar? – expresó Luisita en cuanto llegó.
- ¿Pero te has duchado de verdad? – preguntó incrédula ante el poco tiempo empleado por la rubia.
- Sí, no me he lavado el pelo. Por eso he ido más rápido. ¿Qué falta? – insistió.
- Que termine de subir el café y echarlo en los vasos. La leche ya está caliente. Me lavo los dientes y nos vamos – indicó Amelia.
- Corre.
- Si te mira con cara de pena le puedes dar el trocito de galleta que hay en la encimera – gritó subiendo las escaleras.
La rubia terminó de preparar los dos cafés que estaban ya a medias y observó el interior de dos mochilas de tela que había sobre la mesa con lo que había guardado Amelia dentro.
Mérida siguió tras ella como había hecho anteriormente con su dueña a cada paso en busca de atención y galletas. Luisita partió el trozo que quedaba a la mitad y enseguida el animal lo cogió de su mano, dejando un lametazo a su paso y pidiendo más, algo que la rubia no tardó en dar.
- Meri, es que no sé si te puedo dar más – pronunció Luisita acariciando su cara ante la mirada de la perra. – A ver si luego te pones malita y la liamos – se disculpó como si pudiera entenderla.
ESTÁS LEYENDO
Sueño de una noche de verano
FanfictionLos reencuentros no son siempre felices, sobre todo si éstos te devuelven al presente momentos del pasado que prefieres no recordar. Luisita y Amelia se conocieron en el pasado y ahora, las circunstancias de la vida las vuelven a situar en el mismo...