59.- ¿Tú eres Amelia?

2K 183 25
                                    

Amelia se despertó al escuchar algún ruido en la casa. No sabía qué hora era con exactitud, pero supuso que Manolita se habría levantado ya. Trató de buscar con la mirada en la mesita de noche el despertador de la rubia, pero la oscuridad en la que aún estaban hizo imposible que lo descubriera.

Estaban prácticamente en la misma postura en la que se habían quedado dormidas y, dado el pequeño tamaño de la cama, tampoco habían tenido opción a muchos cambios durante la noche.

Con la mano que tenía más libre retiró el mechón de pelo que tapaba parte de la cara de la rubia y comenzó a dejarle suaves caricias en su mejilla con la intención de despertarla poco a poco. Al no obtener el resultado esperado, coló sus dedos bajo la camiseta del pijama recorriendo su espalda hasta que Luisita buscó el hueco de su cuello para ocultarse como hacía casi siempre que amanecían juntas.

- Buenos días, dormilona - susurró Amelia. - Creo que tu madre ya se ha levantado y nosotras no deberíamos tardar mucho más - comentó.

- Sí, voy - balbuceó la rubia medio dormida.

- Luisita, no empieces, por favor - suplicó la morena cuando su novia empezó a besarla la zona que tenía más próxima. - Que sabes lo que provocas cuando me besas en el cuello - Luisita emitió una pequeña risa traviesa.

- Besitos de buenos días - declaró.

- Besitos de querer guerra, y aquí estamos rodeadas - puntualizó Amelia.

- ¿Has dormido bien? - preguntó la rubia frotando su costado.

- No siento mucho el brazo izquierdo de dormir sobre ese lado, pero quitando eso sí. ¿Tú?

- También un poco - dijo antes de moverse ligeramente.

- ¡Luisi, no! - expresó Amelia agarrándose a ella. - Que estoy casi en el borde del colchón y me caigo.

- Perdona, perdona - manifestó sujetándola para evitar que cayera sobre el otro colchón. - Has agarrado sobre seguro - señaló remarcando el lugar en el que tenía la mano la morena.

- Anda, pues claro - reconoció dando un pequeño apretón sobre su trasero. - Si yo caigo, tú caes.

La morena salió de la cama para ir a asearse al baño dejando a la rubia estirándose en su interior. Tras el aseo matutino, Amelia se dirigió hacia el salón donde ya estaba Manolita desayunando.

- Buenos días, Amelia. ¿Ya te has despertado? - pronunció la mujer.

- Buenos días, Manolita - saludó la morena. - Sí, no suelo despertarme muy tarde por la perra.

- ¿Has dormido bien? - se interesó.

- Sí, sí, muy bien. Hace buen día, parece... - expresó mirando a través del ventanal de la terraza, desviando la conversación.

- Sí, de momento hace sol y no parece que haga mucho frío para el tiempo que estamos. ¿Luisita sigue en la cama todavía? - demandó la madre de la aludida.

- No, está en el baño. Ahora viene.

- Si queréis desayunar aquí, tenéis café recién hecho y pan para haceros tostadas - indicó Manolita.

- Buenos días - articuló la rubia desperezándose junto a la puerta del salón.

- Buenos días, hija. Otra que ha dormido muy bien - vaticinó la mujer.

- Sí - confirmó tras una rápida mirada a la morena.

- Le estaba diciendo a Amelia que hay café en la cocina, y tenéis pan para tostadas, que si hubiera sabido que os ibais a levantar pronto habría esperado, pero ya sabes que tu hermano se levanta tarde, tu hermana ha llegado después de las tres de la mañana y tampoco sabía si vosotras bajaríais a desayunar al bar, así que no he esperado por nadie.

Sueño de una noche de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora