62.- Cuánto gilipollas suelto

1.5K 157 20
                                    

- Buenos días – pronunció Luisita sobre los labios de su novia.

- Ya te digo si son buenos días – le devolvió la morena. – Y aún pueden ser mejores – añadió antes de volver a atacar de nuevo.

La estrechez de la cama de la rubia no era excusa para no aprovechar el espacio bajo las sábanas al máximo, coordinando movimientos sin tener que lamentar daños personales.

Habían pasado alrededor de dos horas desde que Luisita abrió los ojos por primera vez y, sabiendo que ya no había nadie en casa, despertó a besos a la morena. Los besos dieron paso a las caricias sobre el pijama para deshacerse de él cuando ya estaba de más y perdieron la noción del tiempo cuando sus labios, lenguas y manos tomaron el control.

- Guapa – expresó Amelia colocando un mechón de pelo tras la oreja de la rubia.

- Tú – respondió Luisita sin borrar la sonrisa de su boca.

- Tú más – señaló robándole un beso. – Nos podemos tirar así hasta que me vaya – manifestó entre risas.

- No quiero que te vayas – gimoteó la rubia con un puchero.

- Ha sido increíble. Se me han pasado volando estos días contigo.

- Ya… ojalá poder volver a la semana pasada, como en Atrapado en el tiempo, repetir esta semana una y otra vez.

- El día de la marmota – rio Amelia.

- ¡Sííí! – exclamó.

- ¿Lo pasaste bien? A pesar de… – la morena dejó morir la frase.

- Muy bien. Repetiría cada momento contigo. ¿Y tú aquí en Madrid? – Amelia asintió con la cabeza.

- No quiero que siga avanzando el reloj.

- Podemos seguir aquí abrazadas sin movernos hasta la hora de comer – apuntó Luisita.

- Yo creo que ya nos hemos movido mucho – declaró elevando una ceja. – Y muy bien – agregó.

- Eso sin duda.

*****

Tras salir del baño después de ducharse, Luisita volvió a su habitación donde Amelia terminaba de guardar sus cosas en la maleta canturreando canciones de La Bien Querida que sonaba de fondo.

- Qué rápida – expresó la morena.

- Para estar más tiempo contigo – respondió abrazándola por detrás. – Pero me he duchado bien, ¿eh?

- ¿Seguro? – Amelia se giró dentro del abrazo mientras la rubia asentía. – A ver… – pronunció escondiendo su cara en el cuello de Luisita. – Mmmm… hueles a frutas del bosque – apuntó deshaciéndose con facilidad del nudo que sujetaba el albornoz de la rubia y coló una de sus manos sin abandonar su cuello provocando los gemidos de su novia junto a su oído.

- ¡Hola! ¿Hay alguien en casa? – preguntó Manolita alzando la voz desde el salón, haciendo que las chicas vieran interrumpida su intimidad con la respiración más que agitada.

- Tenía que ser hoy el día que sale antes del despacho – refunfuñó la rubia anudándose de nuevo el albornoz. – Estamos en mi habitación – contestó.

- Hola hijas. ¿Os acabáis de levantar? Como no habéis tenido a nadie que os molestara habréis descansado bien – habló su madre al llegar a su habitación.

- No, no, nos despertamos hace rato. Ya nos hemos duchado, hemos recogido la habitación y todo.

- He subido comida del bar, por si tenéis prisa y queréis ir comiendo ya – informó Manolita.

Sueño de una noche de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora