35.- ¿Te has quitado las ganas?

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De vuelta ya en casa, Amelia sacó un par de cervezas y unas patatas fritas como aperitivo antes de comer y se sentaron en el banco exterior mientras lanzaban la pelota a una Mérida que no se cansaba de correr.

Los restos de pizza de la noche anterior junto con una ensalada ligera fueron la comida que no se alargó demasiado por el aire que se levantó cuando estaban a punto de finalizar, haciendo que los planes de exterior que pudieran hacer a la tarde fueran sustituidos por sofá, peli y manta a causa de las nubes amenazantes que habían cubierto parte del cielo y la probabilidad de volver empapadas a casa era bastante alta.

Extendieron los asientos del sofá para tener más hueco en el que tumbarse y Amelia se colocó con su espalda pegada al respaldo, abrazando a Luisita por la cintura y dejando caricias en su abdomen hasta que la rubia cayó dormida.

Habían bajado las persianas para que no entrara claridad del exterior y, con la tarde poco apetecible que hacía, cuando Luisita abrió los ojos, en la televisión estaba reproduciéndose la siguiente recomendación de la plataforma.

Se giró sobre sí misma y comenzó a despertar a Amelia, que también había terminado cayendo.

- Vaya... No sólo yo me duermo viendo una película – pronunció al ver a la morena profundamente dormida.

Coló sus manos bajo la camiseta de la morena y empezó a acariciar su espalda con suavidad. Se alejó unos centímetros para poder observas sus rasgos y comprobar la paz y calma que transmitía durmiendo.

Volvió a recortar la distancia y empezó a dejar pequeños besos por su mejilla hasta llegar a contactar con sus labios con un leve roce que hizo sonreír a Amelia. Repitió la acción una vez más posando sus labios durante unos segundos y, en la nueva repetición, la morena los atrapó sin dejar que los abandonara de nuevo y acercó el cuerpo de la rubia aún más hacia el suyo.

- Vaya siestecita nos hemos echado, ¿eh? – le reprochó Luisita bromeando.

- Tú también te has dormido, antes además – apuntó.

-Ya – rio. – Al final no sabemos quién es el asesino ni si los otros terminan juntos.

- Seguro que terminan juntos, como en todas las pelis. Mucho amor imposible pero final feliz. En la vida real es un desamor y no hay más.

- Bueno, hay amores imposibles que terminan siendo reales – rebatió la rubia.

- No Luisi. Lo que hay son amores difíciles que necesitan mucho pico y pala. Los amores de película distan mucho de la realidad – comentó hundiendo sus dedos entre el pelo de Luisita.

- Tan romántica para unas cosas y tan poco para otras – expresó.

- Es la verdad. Las pelis de amor están muy bien, pero pocas veces son realistas. El amor de verdad es diferente, con sus cosas bonitas y sus cosas no tan bonitas, que también las hay.

- Pues sí.

- Vamos a dejarnos de intensidad, que vaya dos – rio. – ¿Qué hora es? – se interesó antes de besarla.

- No sé, está el móvil en la mesa pero no he mirado.

- Seguro que tenías otras cosas mejores a las que mirar – susurró Amelia elevando la ceja y provocando una ola de calor en todo el cuerpo de la rubia.

- No, la verdad es que no veía a Meri así que me he girado para verte a ti, a ver si te despertabas.

- ¿Soy tu segunda opción? – Luisita sonrió tímidamente. – Quien calla, otorga, y tú callas mucho.

- Eres la primera y lo sabes.

- No sé, tengo mis dudas. – la rubia se acercó hasta ella y la besó. – Me sigue quedando alguna – de nuevo regresó a sus labios y coló su lengua junto a la de la morena, que dejó escapar un pequeño gemido y la sujetó de la nuca para que no escapara.

Sueño de una noche de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora