Mateo se había ofrecido voluntario sorprendentemente para comprar alguna cosa que hacía falta en casa para, de esa forma, tener la excusa perfecta y pasarse por el bar en el que trabajaba Amelia y hablar con ella.
- ¡Qué sorpresa! ¡Tú por aquí! – exclamó Amelia al ver entrar a su amigo en el bar de manera inesperada.
- Ya ves. Me ha tocado hacer la compra y he dicho "voy a ver a mi amiga Amelia, que ella no me va a ver a mí" y aquí estoy – expresó apoyándose en la barra.
- Ya... – dijo sin terminar de creer sus palabras. – ¿Qué te pongo?
- Un café porfa – la morena dio media vuelta y se dirigió a la cafetera para preparar la bebida del chico.
- ¿Quieres algo más? – preguntó dejando la taza junto a él.
- No, está bien así, gracias. ¿Mucho lío? – se interesó echando un vistazo sobre las mesas de la cafetería que, a media tarde, no estaban muy ocupadas.
- Bueno, un poco, ya sabes – declaró la morena sin mucha intención retirando un par de botellines de cerveza y pasando una bayeta por encima de la vitrina.
- Ya, claro, el verano – comentó el chico. – ¿Has hablado con ella? – espetó sin más rodeos.
- ¿Con quién? – devolvió la pregunta sabiendo a quién se refería Mateo al tiempo que llenaba un par de vasos con hielo y abría unos refrescos que habían pedido.
- Con Luisita, lo sabes de sobra.
- Mateo, hablo con mucha gente a lo largo del día – trató de justificarse. – Y no, hace algunos días que no. Me avisó cuando llegó a casa y poco más.
- Ya, ¿pero a ti tampoco se te ha ocurrido preguntar qué tal o algo? – insistió.
- Pues no. Estaba ya bien. Está en su casa con su familia. Tampoco somos tan amigas – soltó con más dolor del que le gustaría sentir.
- Pues aquí salíais juntas con el perro todas las tardes.
- La perra – remarcó el determinante. – Sí, pero aquí ella tenía tiempo libre, era distinto. Estaba aquí y para que no se sintiera sola... Además, que no eran todas las tardes. Mateo, no me líes, que si quiere hablarme sabe dónde encontrarme – dijo de mala gana la morena sin más argumentos para rebatir al chico.
- Y tú también. Por lo menos interesarte un poco si ha empezado la rehabilitación o cualquier excusa.
- Venga, vale, que sí, mañana la escribo – volvió a hablar con desgana limpiando la barra.
- ¿Y la preocupación del hospital? – contraatacó el chico.
- Tenía cables por todos lados, el brazo,... Estaba muy frágil. Me impresionó mucho verla así – se justificó.
- ¿Y ahora te da igual las secuelas físicas que pueda tener?
- No, quiero que se recupere, pero no sé, escribirla como si fuésemos amigas de toda la vida cuando ella me había ignorado en condiciones normales hasta entonces...
- Yo creo que esas condiciones han cambiado pero allá tú... – insistió.
- Mateo, estoy trabajando. Si no te importa... – pronunció alejándose hacia el otro extremo de la barra para atender a un nuevo cliente.
Los clientes a cuentagotas eran la excusa perfecta para interrumpir la conversación. La morena sabía que su amigo tenía toda la razón y debía interesarse por Luisita pero por otra parte no estaba segura de si quería seguir manteniendo el contacto con la rubia ahora sin verla y con los sentimientos que tenía hacia ella.
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Sueño de una noche de verano
FanfictionLos reencuentros no son siempre felices, sobre todo si éstos te devuelven al presente momentos del pasado que prefieres no recordar. Luisita y Amelia se conocieron en el pasado y ahora, las circunstancias de la vida las vuelven a situar en el mismo...