- He pedido una tila para ti – dijo María dejando la bandeja en la que llevaba un par de tazas con las bebidas humeantes junto a su tostada sobre la mesa. – ¿Seguro que no quieres nada de comer?
- No me entra nada, hija.
- Vamos a ver, mamá, van a abrirle por el mismo sitio, le quitan la placa, cierran, le ponen unos puntitos y ya está.
-Ya está, ya está – farfulló. – Qué fácil lo ves tú – pronunció la mujer removiendo la cucharilla dentro de su taza.
- No mamá, no es que lo vea fácil, es que no es una operación a corazón abierto. Que estaba ella más tranquila que tú.
- ¿Y si no sale bien la operación, María? ¿Y si se queda mal del brazo? – preguntó alterada la mujer.
- Mamá, no me seas pesimista. La operación va a salir estupendamente y no se va a quedar mal del brazo porque ya lo podía mover con normalidad. Esto es una operación sin mucho riesgo y se la hacen a mucha gente cuando los huesos han soldado, y los de Luisi nos dijo el traumatólogo en la última revisión que estaban perfectamente – explicó mientras repartía el aceite sobre el pan. – Menos mal que no le has dicho todo esto a ella, porque lo que le faltaba, que bastante tranquila estaba.
- María, si yo sólo quiero que esto termine ya, que pueda volver a trabajar y a ser la de siempre, que últimamente estaba un poco mustia – confesó Manolita después de dar un sorbo a su infusión.
- Luisita nunca ha dejado de ser la de siempre, sólo que es normal que tuviera días más desanimados porque son varios meses ya, y si no ha vuelto a trabajar ha sido porque no la hemos dejado, que si hubiera sido por ella hace semanas que estaría detrás de la barra y en la cocina – comentó. – En cuanto le quiten los puntos de la operación está pidiendo el alta, ya lo verás.
María dio por finalizada la conversación y centró su atención en su teléfono móvil para ver los correos pendientes y el calendario de pedidos que tenían que llegar hasta final de mes e intentó apurar todo lo que pudo su desayuno, a pesar de las miradas continuas de su madre a su reloj para controlar el tiempo que pasaba desde que Luisita había entrado en quirófano.
- Hija, ¿te queda mucho? – se interesó. – Que ha pasado una hora ya, vamos.
- Sí, venga – dijo bebiendo el trago que le quedaba al café.
- ¿Qué estabas, con cosas del bar? – demandó. – Con lo de los muertos, esos días serán fuertes.
- Sí, viene Gonzalo el 31 y está Nacho, por si le necesitamos a unas malas – contó levantándose de la silla.
- Claro, porque tu hermana...
- Mi hermana no va a trabajar hasta después del puente aunque le hayan dado el alta. Estamos cuatro personas y somos suficientes para sacar la noche.
- No, si no digo nada...
- Cuando pase a planta no la agobies, que bastante tendrá con la anestesia.
- No, no, ya estoy más tranquila. A ver si nos llaman pronto.
*****
Habían pasado algunos minutos de las diez y media de la mañana y Manolita se entretenía con una revista de prensa rosa que había comprado al regresar de la cafetería para intentar tener la cabeza ocupada con los últimos cotilleos de los famosos cuando escucharon por la megafonía la llamada a los familiares de Luisa Gómez. María y ella se levantaron con rapidez de sus asientos para acompañar a la mujer que las condujo a una pequeña salita donde los cirujanos que habían operado a Luisita esperaban para explicarles el resultado de la operación.
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Sueño de una noche de verano
FanfictionLos reencuentros no son siempre felices, sobre todo si éstos te devuelven al presente momentos del pasado que prefieres no recordar. Luisita y Amelia se conocieron en el pasado y ahora, las circunstancias de la vida las vuelven a situar en el mismo...